
Mi madre es la única mujer que me ha hecho sentir dolor (con una correa y por ser un chibolo malcriado), y a la cual sigo queriendo inténsamente, tan igual como cuando descubrí que tenía uso de razón -aún no sé cómo se usa eso- y hallé el amor, el más puro amor que existirá: el de una Madre a su hijo y viceversa. Nelly, mi inmaculada mamá, es la gran protagonista en este post. Si. La progenitora de este adolescente con cuerpo de advenedizo y a la que no sé cuánto malestar le traerá leer esta entrada, al menos sé que ya no me acariciará con esos suaves y recatados trazos de cuero. Uf!
No escribo estas líneas con la finalidad de homenajear a mi madrecita por el engañoso "Día de la Madre", puesto que considero a esa fecha muy comercial como para obnubilar a mi Nelly diciéndole un "Feliz Día Mamá", justo ese día, sólo esas 24 horas, cuando puedo decirle lo mucho que la amo todos los días, a la hora que se me antoje y sin restricción alguna por repetición o el complejo de disco rayado que podría llegar a tener. No me parece justo que ella tenga un sólo día. Pero como las reglas ya estaban dadas cuando yo nací, mucho, no puedo hacer, así que quiero que la pase bien con lo poco o lo mucho que le pueda regalar, a fin de cuentas, un regalo es una fantasía que con el tiempo, indefectíblemente, desaparecerá. En cambio, -y sin temor a que suene terriblemente huachafazo- el amor demostrado, las miradas de agradecimiento, un abrazo intempestivo, los gestos amables o el hecho de un mimo en el momento menos esperado, quedarán talladitos siempre en su cerebrito. Eso es infinítamente más satisfactorio que un regalo, y no lo menciono porque sea un amarrete, un tacaño, sólo que mi manera de ver las cosas me dice que un frío obsequio, que a su vez, es una burda ficción, jamás se comparará con una muestra de afecto. Reto a cualquiera a decir: "Mamá, ¿qué prefieres: un plasma o todo mi cariño?" Obviamente, la mamita, nada material ella, elegirá el amor sincero que le puedas brindar, a menos que sea una madre convenidaza que pueda tirarle piedras mi idea expuesta. Sinceramente, creo que el común denominador de madres no es así.
Evoco que de niño mucho de obediente, no tenía, y eso llevó a mi madre a privarme de cosas que eran esenciales para mi juguetona infancia, pero nunca hubo un maltrato físico de por medio (¿o, si? No recuerdo, asi que la libraste, vieja), y por consiguiente no viví con temores a los "sanmartincitos", a las correas, o peor aún, a los cables de las planchas, que eran comúnmente mencionados por mis horrorizados amigos de turno. Ya tenía que sacar de quicio a Nelly para que me dé una reprimenda, una tunda, que, más que a mí, le dolía a ella. Eso puedo asegurarlo, pues soy -para su mala suerte- su único engendro, el ser al que más ama (y eso es mutuo), y por el que daría la vida sin pensarlo dos veces (algo que también es recíproco).
Retrocedo un poco en el tiempo: una vez estaba con todo el capricho de un recortable de los "Power Rangers", habrá tenido 5 o 6 años el mocoso ese, desesperadito. Hice tanto escándalo que en vez de que mi madre me agarre a palazo limpio, cuando menos lo pensé ya estaba regresando al mercado para comprar dicha tontería. Ingrata fue su sorpresa cuando vio que esa lámina no me gustó para nada y la boté al tacho de basura, muy molesto. Vi su expresión triste, pero sin el mínimo gramo de molestia. Y eso, sorprendió mi caprichosa amargura. Sinceramente, fue la peor perrada que le hice a mi mamá y de la cual me arrepentiré siempre. Ahora que me pongo a pensar, si yo hubiese sido ella, bañaba a ese enano laberintoso con agua fría y adiós show. Punto.
Mi madre, realmente me tuvo -y tiene- mucha paciencia, por eso la adoro, y no sólo por el mentado don, sino por todo lo que encierra. Mi mamá es un conjunto de todo: cariñosa, especial, comprensiva, consejera, buena cocinera y sobre todo buena onda. Esos son los puntos que más admiro de ella, aunque es medio renegona, pero, eso no lo tocaré hoy (te salvaste nuevamente, Quiñones).
Rememorando todo lo bueno que he vivido con ella, desempolvo mis flashes un poco antiguos y encuentro aquella “foto” en la que llegué a casa un poco tarde por tener que esperar mi primer sueldo. La encontré dormida, –previamente me llamó incontables veces para saber dónde y cómo estaba- destapada y acurrucada. En verdad, no quise despertarla pero más pudo mi ánimo al darle lo que siempre quise obsequiarle desde niño para que perfeccionase su inconfundible y bien ponderado arroz (ya se imaginarán qué le pude regalar). Al hendirle los ojos le dije: “Mamita, esto es para ti. Sorry por la demora, pero tuve que ir a comprar esto un poco tarde porque me hicieron esperar en la radio y yo soy medio bestia para escoger regalos también, pero, espero que te guste”. De lo medio somnolienta que estaba, en un par de segundos, abrió esas dos ranuras tan abrúptamente de la emoción, que no se midió en el abrazo y botó el artefacto. Qué más dá! Hasta ahora funciona muy bien, sino me inventaba cualquier excusa para que me lo cambien y listo.
Algo de lo que nunca me olvidaré, es su carita de satisfacción. Eso pagó todo lo que tuve que esperar, lo que caminé y consulté una y otra vez con la chica de ventas de la tienda donde hice la transacción. Mi madre se lo merecía.
(El hecho de comprar algo y mencionarlo aquí, contrasta, en cierta forma, con lo que dije al principio, pero, es algo con lo que siempre pensé para ella, porque quise que perfeccionase su inigualable arroz. Travesura de adolescente, la llamo. Igual, hasta hoy me mantengo con la posición de llenar a Mamá de dulces momentos de cariño, en vez de gélidos regalos.)
No tengo ni idea de cómo será mi vida sin ella, tampoco lo quiero imaginar, es más, no deseo que pase nunca.
Ella aparte de ser mi Madre, es mi amiga, una consejera sin igual, que ha batallado contra medio mundo y ha aplicado sus experiencias en las sugerencias que amablemente me brinda. No se me olvida, mamá, esa canción: “Para tu amor” de Juanes que me dedicaste y que casi siempre escucho con el corazón abierto y las lágrimas a punto de salirse de la emoción. No se me olvidan las cartas que me has escrito y que pusiste “caletamente” en mi billetera, en mis libros o en cualquier lugar inesperado, con tal de darme una agradable sorpresa. No se me olvidan, querida viejita (y estoy al borde del llanto), todas las noches que me cuidaste cuando estuve enfermo, ya que un ser incólume, nunca he sido. Siempre jodía con algún malestar. No se me olvidan los innumerables bocaditos choreados de las reuniones que tuviste, los cuales, azarosa y magistralmente, guardabas y llegaban intactos a mi boca. No se me puede olvidar que siempre me dices “Mi Chanchito!”, con tu acaramelada voz. No olvidaré jamás (y ahora si estoy llorando), que me cuidaste nueve sacrificados meses en tu acogedora panza y me alimentaste tan bien como hasta ahora. Pero sobretodo, nunca olvidaré que me tocó la suerte de tener una madre como TÚ, la mejor, y créeme que cuando Dios me llame para estar con él (sea mañana o cuando esté oxidado), en lo último que pensaré es en ti, para ponerle un final con broche de platino a mi vida.
Muchas Gracias por existir y ser el amor de mi vida. A tí, te debo todo. Un “Te Quiero” sería muy cicatero de mi parte, por eso: TE AMO, NELLY!
No escribo estas líneas con la finalidad de homenajear a mi madrecita por el engañoso "Día de la Madre", puesto que considero a esa fecha muy comercial como para obnubilar a mi Nelly diciéndole un "Feliz Día Mamá", justo ese día, sólo esas 24 horas, cuando puedo decirle lo mucho que la amo todos los días, a la hora que se me antoje y sin restricción alguna por repetición o el complejo de disco rayado que podría llegar a tener. No me parece justo que ella tenga un sólo día. Pero como las reglas ya estaban dadas cuando yo nací, mucho, no puedo hacer, así que quiero que la pase bien con lo poco o lo mucho que le pueda regalar, a fin de cuentas, un regalo es una fantasía que con el tiempo, indefectíblemente, desaparecerá. En cambio, -y sin temor a que suene terriblemente huachafazo- el amor demostrado, las miradas de agradecimiento, un abrazo intempestivo, los gestos amables o el hecho de un mimo en el momento menos esperado, quedarán talladitos siempre en su cerebrito. Eso es infinítamente más satisfactorio que un regalo, y no lo menciono porque sea un amarrete, un tacaño, sólo que mi manera de ver las cosas me dice que un frío obsequio, que a su vez, es una burda ficción, jamás se comparará con una muestra de afecto. Reto a cualquiera a decir: "Mamá, ¿qué prefieres: un plasma o todo mi cariño?" Obviamente, la mamita, nada material ella, elegirá el amor sincero que le puedas brindar, a menos que sea una madre convenidaza que pueda tirarle piedras mi idea expuesta. Sinceramente, creo que el común denominador de madres no es así.
Evoco que de niño mucho de obediente, no tenía, y eso llevó a mi madre a privarme de cosas que eran esenciales para mi juguetona infancia, pero nunca hubo un maltrato físico de por medio (¿o, si? No recuerdo, asi que la libraste, vieja), y por consiguiente no viví con temores a los "sanmartincitos", a las correas, o peor aún, a los cables de las planchas, que eran comúnmente mencionados por mis horrorizados amigos de turno. Ya tenía que sacar de quicio a Nelly para que me dé una reprimenda, una tunda, que, más que a mí, le dolía a ella. Eso puedo asegurarlo, pues soy -para su mala suerte- su único engendro, el ser al que más ama (y eso es mutuo), y por el que daría la vida sin pensarlo dos veces (algo que también es recíproco).
Retrocedo un poco en el tiempo: una vez estaba con todo el capricho de un recortable de los "Power Rangers", habrá tenido 5 o 6 años el mocoso ese, desesperadito. Hice tanto escándalo que en vez de que mi madre me agarre a palazo limpio, cuando menos lo pensé ya estaba regresando al mercado para comprar dicha tontería. Ingrata fue su sorpresa cuando vio que esa lámina no me gustó para nada y la boté al tacho de basura, muy molesto. Vi su expresión triste, pero sin el mínimo gramo de molestia. Y eso, sorprendió mi caprichosa amargura. Sinceramente, fue la peor perrada que le hice a mi mamá y de la cual me arrepentiré siempre. Ahora que me pongo a pensar, si yo hubiese sido ella, bañaba a ese enano laberintoso con agua fría y adiós show. Punto.
Mi madre, realmente me tuvo -y tiene- mucha paciencia, por eso la adoro, y no sólo por el mentado don, sino por todo lo que encierra. Mi mamá es un conjunto de todo: cariñosa, especial, comprensiva, consejera, buena cocinera y sobre todo buena onda. Esos son los puntos que más admiro de ella, aunque es medio renegona, pero, eso no lo tocaré hoy (te salvaste nuevamente, Quiñones).
Rememorando todo lo bueno que he vivido con ella, desempolvo mis flashes un poco antiguos y encuentro aquella “foto” en la que llegué a casa un poco tarde por tener que esperar mi primer sueldo. La encontré dormida, –previamente me llamó incontables veces para saber dónde y cómo estaba- destapada y acurrucada. En verdad, no quise despertarla pero más pudo mi ánimo al darle lo que siempre quise obsequiarle desde niño para que perfeccionase su inconfundible y bien ponderado arroz (ya se imaginarán qué le pude regalar). Al hendirle los ojos le dije: “Mamita, esto es para ti. Sorry por la demora, pero tuve que ir a comprar esto un poco tarde porque me hicieron esperar en la radio y yo soy medio bestia para escoger regalos también, pero, espero que te guste”. De lo medio somnolienta que estaba, en un par de segundos, abrió esas dos ranuras tan abrúptamente de la emoción, que no se midió en el abrazo y botó el artefacto. Qué más dá! Hasta ahora funciona muy bien, sino me inventaba cualquier excusa para que me lo cambien y listo.
Algo de lo que nunca me olvidaré, es su carita de satisfacción. Eso pagó todo lo que tuve que esperar, lo que caminé y consulté una y otra vez con la chica de ventas de la tienda donde hice la transacción. Mi madre se lo merecía.
(El hecho de comprar algo y mencionarlo aquí, contrasta, en cierta forma, con lo que dije al principio, pero, es algo con lo que siempre pensé para ella, porque quise que perfeccionase su inigualable arroz. Travesura de adolescente, la llamo. Igual, hasta hoy me mantengo con la posición de llenar a Mamá de dulces momentos de cariño, en vez de gélidos regalos.)
No tengo ni idea de cómo será mi vida sin ella, tampoco lo quiero imaginar, es más, no deseo que pase nunca.
Ella aparte de ser mi Madre, es mi amiga, una consejera sin igual, que ha batallado contra medio mundo y ha aplicado sus experiencias en las sugerencias que amablemente me brinda. No se me olvida, mamá, esa canción: “Para tu amor” de Juanes que me dedicaste y que casi siempre escucho con el corazón abierto y las lágrimas a punto de salirse de la emoción. No se me olvidan las cartas que me has escrito y que pusiste “caletamente” en mi billetera, en mis libros o en cualquier lugar inesperado, con tal de darme una agradable sorpresa. No se me olvidan, querida viejita (y estoy al borde del llanto), todas las noches que me cuidaste cuando estuve enfermo, ya que un ser incólume, nunca he sido. Siempre jodía con algún malestar. No se me olvidan los innumerables bocaditos choreados de las reuniones que tuviste, los cuales, azarosa y magistralmente, guardabas y llegaban intactos a mi boca. No se me puede olvidar que siempre me dices “Mi Chanchito!”, con tu acaramelada voz. No olvidaré jamás (y ahora si estoy llorando), que me cuidaste nueve sacrificados meses en tu acogedora panza y me alimentaste tan bien como hasta ahora. Pero sobretodo, nunca olvidaré que me tocó la suerte de tener una madre como TÚ, la mejor, y créeme que cuando Dios me llame para estar con él (sea mañana o cuando esté oxidado), en lo último que pensaré es en ti, para ponerle un final con broche de platino a mi vida.
Muchas Gracias por existir y ser el amor de mi vida. A tí, te debo todo. Un “Te Quiero” sería muy cicatero de mi parte, por eso: TE AMO, NELLY!
*Aquí, un videito como para terminar de chillar. Un pañuelo, por fa'. Para tu Amor - Juanes - FELIZ DÍA MAMÁ
Buena dedicatoria man, es cierto no hay cosa más grande que una madre y por que son únicas merecen algo único ¡FELIZ DÍA A TODAS LAS MADRES DEL MUNDO EN ESPECIAL A LA MIA :)!...
ResponderEliminarCarlito$