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Dónde nos leen

domingo, 7 de noviembre de 2010

Sótano


No sé por qué se me dio por revisar la bandeja de entrada del celular. Debo haber tenido demasiados mensajes y uno en esperando a ser visto. Qué tal viaje me di. Ir desde el primer mensaje de año nuevo (del 2009) de mi querido amigo Jesús Véliz hasta el último que me envió hace unos minutos mi “madre universitaria”, mi siempre abrazable Tatiana Chervelini.


Pasé por algunos valles pendejeretes, algunas vías cariñosas, algunos abrazos escritos, varios paisajes de risas (en especial por los sms de mi hermana), por ríos de bonitos recuerdos y unas desventuras amorosas espinosas, además de los pocos mensajes feeling que tengo (porque a la mayoría de ellos los mandé al olvido del “delete”).


Me detuve un buen rato en unas minimisivas, unos mensajes particulares de alguien que hoy quiero que sea parte del común y no mi -valga la “rebuznancia”- particular. Esos escritos del 28 de agosto, fueron tan lindos que ahora dudo que los haya escrito “ella”. Con cierta jodida pena los veo, los leo y releo, pero no me atrevo a eliminarlos… Al menos, aún no. Hoy 20 de Octubre, no.


Esta historia colapsó hace rato. No el viernes pasado en el que mandamos todo al diablo, en el que me acordé que era una persona frontal y dije las cosas con puntos, comas y hasta diéresis; día en el que me largué de la universidad, dolido, sí, pero no tan triste como esperaba. Con frío, sí, pero bien abrigado.

Camino a mi trabajo prendí 2 ó 3 cigarros, caminé hora y fracción y la malagana se me pasó. Llegué tranquilo y las canciones que suelen ser traicioneras conmigo, esta vez fueron de los más relajantes, tanto que me quedé dormido, pero a Dios gracias, la señal de la radio no se fue (a Dios gracias, otra vez).


Esta vez “F” hizo de las suyas. Ahora mismo estoy quemando neuronas al ver esos mensajes y los contrasto con lo que me dijo esta individua este último fin de semana: “Olvídalo todo, ya no me esperes, quiero que te ocupes de tus cosas y que te olvides de mí”. Fue tan rápido como un estornudo, tan doloroso como una operación sin sedante y tan triste como una navidad sin familiares. Ahora que tengo el material físico (los mensajes) y el intangible (los recuerdos) me doy cuenta que no es la misma persona. Quizás me la cambiaron, quizás esa variable personalidad cogió su punto máximo y cambió a rajatabla en unos cuantos meses –o semanas-. Y la verdad que da pena. Pena porque creí que era distinta y terminó siendo común, tristeza porque creo que aporte mucho y al final me robaron dichos aportes, algo así como un pensionista estafado. Algo colérico –sí, también- porque traté de conquistar lo inconquistable.


Jode y jode bien, pero como que ahora no me puedo permitir entristecerme. Deprimirme sería muy estúpido. Ahora no tengo licencia para eso, pero claro está que no puedo ponerme de pie solo, siempre hay alguien (además de mi madre) que me sostiene y me hace quedar erguido, que me aguanta la caída: siempre miro mi crucifijo –crucifijo que, además, ella me regaló-, veo la cara sonriente de Jesús (porque sí está riéndose y tiene sus 10 céntimos de gracia) y digo: “Por qué si él, estando adolorido por todas las perradas que cometemos sus hijos, sigue manteniéndose con una sonrisa, por qué yo no puedo mantenerme así. Sonreír no cuesta nada y vale mucho, así que –carajo- ríete todos los días.”


Bueno, considero que no tengo mucho por escribir hoy, me jugaron chueco, pero ésto lo redacté por puro amor a mi blog (o al menos así quiero creerlo), por mantener en forma a mis dedos (en forma de ollucos). Este personajillo murió y en su trayecto al “Yomotsu” se lleva el amor que siento. Ambos bajamos a un sótano (en todo el sentido de la palabra), pero, como realmente pasó, el que salió más rápido del fondo fui yo.

El mensaje por el cual borré algunos de sus pares y por el que escribí este post, nunca llegó, sin embargo, confío que el soslayo llegue pronto... Some people never know.




Suspiraban lo mismo los dos... y hoy son parte de una lluvia lejos...

viernes, 17 de septiembre de 2010

¡FELIZ CUMPLE!




-Parte 1




Ayer 15 me quedé con ganas de decirte que te veías muy bonita (más). Me quedé callado. Si se lo hubiese contado a mi abuela, seguro que me hubiese dicho: “¿Qué pasó hijo, te comió la lengua el ratón?”. No dije nada, pero lo pensé y lo repasé y como que me arrepentí de no habértelo dicho. Cuando reaccioné ya estábamos dando un examen de Ciencias Políticas. Too late. En respuesta a una pregunta puse: “Qué linda estuvo hoy”.


Ya son como las 2 de la madrugada y debería estar en mi décimo tercer sueño, peleándome con las sábanas; pero no tengo mucho cansancio. Mis hiperactivos dedos están inquietos, calibrando un nuevo post, en busca de una sonrisa y de un asolapado (porque estoy tan misio como el buen chavo del 8) regalo de cumpleaños.


Recuerdo que ayer me llamaste como a las 3. Estaba sentado, viendo mi consola, manejando los tiempos, pegando canciones, tomando agua; cuando de pronto, la pantalla del celular dormido dibujó tu rostro, puso tu melodía y comenzó a tiritar, cual gato mojado, una y otra vez. Eras tú. Tú que has agarrado la sana costumbre de decirme “Eduardo” y no sé por qué, pero, me gusta. Como que ese nombre tiene más presencia, es más fuerte que mi primer nombre dizque portugués (portugués de La Victoria).


Después de un buen rato hablando me dijiste: “Eduardo, ya no puedes seguir faltando a Métodos, sabes que el tío se descuadra con las faltas y no quiero que eso pase…”. Eso, con la tonalidad de voz con la que lo dijiste, sonó tan bien que dejé la radio en silencio por 5 segundos. El bache radial más sonoro de este año, tan sonoro como el grito que me dio la productora apenas colgué. No me importó, estaba feliz.


Fiorella, si calificaran por sonrisas, “Zacarías” una beca con todos los honores. Te he escrito muchas veces, tantas que creo que publicaría un libro sólo con lo que te he compuesto. Lo raro es que no has leído todo lo que he redactado. Aunque deduzco que de tanto leer, creerías que es un libro de Berlo o Fromm y te quedarías tan dormida como ayer, después de tu llamada. Hasta aquí el primer bloque. Este bloque se llamará “T”. Voy a dormir porque más tarde no me levantaré. Blog, le seguimos escribiendo más tarde, ¿sí?

-Parte 2


3:00 pm. Día 16 de Septiembre: Salí del trabajo y estoy en la biblioteca de la facultad. Mi querida biblioteca, me ha visto dormir muchas veces, pero hoy no será así. Sus asiduos tampoco me verán caerme entumecido a uno de sus fueros, sus lagartos lectores no cuchichearán esta vez por el alardeo de mis quejidos somnolientos. Hoy vengo a escribir, aunque parezca difícil de creer.


"Ha salido un sol criminal", recuerdo haber dicho. "¿Y qué esperas? Si es septiembre", alguien susurró por ahí con desparpajo. Morfeo está jugando con mis bostezos. ¡Septiembre! Cierto, mes de la primavera. Veo que nada es coincidencia porque hace 24 años nació la flor más bonita, un día miércoles y seguro tan soleado como hoy. Gracias Dios por tan buen regalo. Este obsequio que vive atado a su cámara, que ayer salió con trenzas inesperadas después de un examen, que tiene una inseparable mora azul, que tiene un canino tan adorable como lo largo que es, que siempre tiene una sonrisa que hace brillar los días (mucho más que este sol). Este regalo tiene la mirada tan directa que petrifica con su dulzura. Muchas gracias, padre hermoso, porque así nomás no ves seres tan adorables sobre esta tierra.


¡Uy! Llegó un agente inesperado. Alguien que tiene bien ganado su rótulo de “Pavrián”. Antes de cerrar abruptamente esta parte, tengo que bautizarla. Te llamarás: “Q”. Fío, te sigo escribiendo en casa. Llegó aquel carnicero que me hizo caer dos veces jugando fútbol y me cortó la viada.

-Parte 3


Ya es 17, ya debería estar plantado en el facebook, escribiéndote: “FELIZ CUMPLE” y tantas cosas más. Pero, no he terminado el post. Me alegró en cierta parte comenzar tu cumpleaños contigo, o al menos estar ahí cuando el reloj marcó las 00:00 (aunque fácil ya eran las 00:10 porque el minutero de mi celular siempre me traiciona), pese a que las circunstancias no eran las más alegres. Y sabemos por qué. Descuida que ese angelito largo mejorará y será “Puppy reloaded”. Está bien y lo más importante es que tú estés bien, y más hoy, que es especial.


Ayer 16, me sorprendió que te hayas ido tan rápido como cuando llegaste, los hechos ya los sabemos y no aparecerán aquí. Tranquila.


Espero que el regalo esté tomando forma, que al menos haya diseñado una sonrisa (al menos). Alucina que pensé invitarte al concierto de Vicentico, pero iban pasando los días y el concierto se enmarañaba, se iba borrando, hasta que desistí. Vicentico, para tu próxima visita será. Recurrí a tantas cosas para saber qué te podía regalar, pero ninguna me convenció. Hasta que dije “por qué no escribirle”. Quizás no le guste –que es lo más probable-, pero hagamos el intento. Fue así que en tres momentos diferentes con lugares distintos construí este post que es más tuyo que mío, porque yo lo escribo, pero tú lo inspiras. F.Z.N. (“M” no, porque sé que no te gusta tu segundo nombre), gracias por tanta espiritualidad, todas tus miradas y tus abrazos. Sabes que tienes residencia vitalicia en mi corazón. Esta última parte se llamará “M”, ahora tu labor es juntar las letras de cada parte del post, al más puro estilo de un programa concurso: “Lima, lifestones”.



Listo el post. Tengo una hora y media para desordenar mi cama. Espero que te guste.


¡FELIZ CUMPLEAÑOS, MY FÍO!





Happy birthday, Fío.

miércoles, 25 de agosto de 2010

Aún no lo creo

Debería estar leyendo, tengo sueño, tengo una pereza obsesa y grosísima, pero más tengo ganas de liberar esto que fluye y fluye, que me da vueltas en la cabeza, que me hace feliz y triste, que me hace coger una lanza e ir hacia adelante, a pelear por algo, a pelear por ella, a decirle que la quiero y a convencerla que también me quiere. Me sorprendo de lo que escribo, no soy de hablarle a los demás de amor, no soy de escribir de este “sublifinal” sentimiento.

Las confusiones siempre van vagando de un lado a otro en mí, juegan, se ríen, me estresan de vez en cuando, me joden y cuando quiero, las disuelvo riéndome, riéndome a carcajadas, riéndome hasta de lo que no debo. Esta vez hay una de ellas que va, sinuosa, fregando mi deseo, cogiéndolo de su parte más vulnerable. Esta bendita confusión me asusta.

Llamada:

- Ella: “No sé dónde estoy. Estoy entre dos grifos, con una amiga y poco dinero. Sé en qué distrito estoy parada, pero no sé cómo regresar a casa. Estoy con unas copas encima”.

- Yo: “No se nota que estés con dos o tres (o cuatro, quizás más) copas encima. Sé que estás preocupada. Voy por ti. Por las referencias que me das, sé dónde estás, sí me ubico. Espérame”.

- Ella: “No te demores, por favor”.

- Yo: “No te preocupes, tranqui, ¿ok?”.

Colgué y mi expedición empezó. Me dio pena (y mucha) ver a mis queridos “tumis” y “sarcófagos”, mirándome, apocados al saber que me desharía de ellos. Yo quedé con más pena aún, pues, junté con esmero mis monedas nuevas. En fin, valía la pena, alguien me necesitaba, era “ella”.

El viaje en taxi me puso algo tenso, pero al fin, llegué. Después de pasar por 4 benditos grifos de GNV que no le querían aceptar un billete de “Santa Rosa” al taxista salsero, llegué… y llegué odiando a las emisoras de salsa que me habían roto los oídos a trompetazos, al ritmo de Willie Colón.

Arribé al punto, se acercó, me abrazó, me estremecí. Yo, como siempre ante sus brazos, tenía una emoción desorbitada, pero no tangible. Un abrazo que se llevó un arete suyo directo al piso. Breve charla y presentación de una amiga suya –muy buena onda, por cierto- y enrumbamos a su dulce hogar sólo ambos. Caminamos dos, tres, cuatro, 10, 20 cuadras, no las conté, porque tenía que escucharla, es más, debía hacerlo, es mi obligación quedarme perplejo ante ella.

Llegamos a una céntrica avenida, bromeamos un rato, me abrazó, me abrazó y me volvió a abrazar. Yo la miraba, me perdía, confiaba en que me podía abrazar de nuevo y no me equivoqué. Adoro sus brazos entre los míos. ¿Se nota?

Paré el taxi, camioneta blanca, cómplice de la conjunción de mi hombro y su cabeza. Me perdí en sonrisas sin que ella lo notara. Mi frente se perdió entre sus cabellos, la abracé, morí unos cuantos segundos y me olvidé del latoso taxista salsero que me acompañó en el viaje para poder encontrarla y abrazarla tan fuerte como pude. Olvidé aquel taxi en ése otro vehículo que nos llevó a su casa. Al fin llegamos. 11:50 pm.

Bajé del bendito carro, idiotizado, nervioso, pero muy yo: con la mirada directa y sin dar señales de mi acalambrada felicidad. Bajé y ella hizo lo propio. Los tumis que murmuraban en mi billetera sabían que tendrían un nuevo dueño, conversaban entre ellos y los sarcófagos que querían que los siga albergando, pero se fueron y pagaron mi sonrisa vehicular.

Me dio risa verla buscar al taxista que hasta hace unos minutos aún se encontraba ahí y que hubiese seguido postrado en la pista, desafiante, si no le cancelaba la carrera. La miré, me reí y la volví a mirar. La seguí con la mirada hasta la reja que vigila las escaleras de su casa. Abrió la puerta, volteó, me miró, me sonrió, me sacudió azarosamente otra vez con sus hermosos ojos y sus labios confrontaron los míos. Estaba en el cielo, besando a un ángel, besándola. Por un momento no cerré los ojos porque no lo creía, pero después ambos caímos en el ritmo armonioso de ese beso que marcó mi año, que hizo que la noche se iluminara y que convirtió esa instantánea en el mejor momento del 2010. Fue el primero de dos, fue más infinito que el segundo, fue ligeramente más dulce que el que le siguió.

Después de un rato y con algo de confusión me pidió que la perdone. “De ¿qué?”, pregunté. No sabía, no me había hecho ningún mal, todo lo contrario, fui feliz largo rato.

“Tranquilízate”, le dije. “Hablemos un rato, sentémonos en las escaleras”.

-Yo: “¿Qué me hiciste? ¿Por qué tengo que perdonarte?”

-Ella: “Es que no lo debí hacer, no estuvo bien”.

-Yo: “Calma, pasó, ya está. No te pongas mal, que lo último que quiero es eso”

-Ella: “Sí, pero, Edson, no”

-Yo: “No ¿qué? Calma, por fa’”

-Ella: “Yo no te quiero herir”

-Yo: “No hay forma de que eso pase, yo te quiero, quiero estar contigo en un futuro. Sé que es muy pronto, pero déjame intentarlo, no me cierres la puerta. Sé que también me quieres…”

La charla prosiguió, hablamos de un tercero, hablamos de muchos cuartos y quintos, hablamos y nos abrazamos, nos caímos mientras queríamos levantarnos y de pronto otra acción que me pagó el 2010. En las nubes otra vez.

Ya en casa, nos sentamos, conversamos más de todo, conversamos menos de mucho, besaba su mano, tomaba agua, la miraba, la acariciaba, nos reíamos, veía el reloj que nunca se pudo arreglar, la escuchaba, la miraba atarantado, no lo creía (hasta ahora no lo creo). La escuché decirme que no sabía qué actitud tomaría conmigo la próxima vez que nos viésemos, algo que me puso en alerta y ciertamente triste y pensativo. Pusilánime, la abracé, besé su cabeza y vi cómo me escribía en el Messenger, aún estando a su lado. Sonreí, me miró y sonreí otra vez. Me sonrió y callé alegre.

Era tiempo de irme. Eran la 1:30 de la madrugada. Salimos y empezó a llover, la besé e intenté repetirlo, pero ya fue esquivo. Pensé y triste yo, sólo me quedó estrecharla. Eso me hizo ligeramente feliz, más aún cuando dijo que me quería. Y así nos quedamos, bajo la garúa, cerca de dos minutos. Me desaparecí de su hogar a caminar, caminar como loco, caminar bajo el agua y a despejar las dudas, a sacar cálculos, a recordar el momento más bonito del año. Caminé, pateé un par de piedras y estoy seguro de que si mis zapatillas tuviesen vida propia, me demandarían por explotarlas de tanto latear. Javier Prado y la Arequipa me vieron subir a un bus y llegar cansado a casa.

La besé, no lo creo aún. La quiero. Iré con mi lanza a hacerle la lucha a cualquiera. Ella sí vale pena, sabe que la quiero y “que por ella iría hasta la luna”, y sé que también me quiere, me quiere la chica de la eterna sonrisa y los bellos ojos.

Te quiero.

Sábado, 21 de agosto, 11:55 pm: nunca te irás de mi mente.




GOD put a smile upon your face, "F".

viernes, 19 de febrero de 2010

Así es ella


Al fin pasó todo el tormentoso remolino llamado “admisión”, con resultados favorables para este blogger (gracias a Dios). Mis dedos y cerebro libres y despejados van a la caza de una nueva entrada en este cajonzuelo virtual al que tengo un poco empolvado y desordenado. Tengo protagonista –la tengo-, también una idea de cómo construir este post, así que… empecemos.

Usualmente escribo de gente que me impresiona y esta vez no será la excepción. Es extraño porque conozco a esta persona hace mucho y poco tiempo a la vez. Da la casualidad que sé de ella hace tres años y recién en Octubre pasado –y a la fuerza- empezamos a hablarnos.

Escarbo en mis fotogramas y recuerdo haber llegado a una de esas empalagosas reuniones grupales de trabajo que nosotros solemos tener cada Jueves (o Miércoles de vez en cuando). Medio perplejo al ver tanta demostración de afecto entre unos y otros (cosa que me parece excesivamente tétrico), vi –a los lejos- a esta mujer con rostro de niña, la vi porque estaba justo al lado de la única chica con la que me hablaba, a la que saludé en el acto levantando el brazo y moviéndolo de un lado a otro, esperando una respuesta similar. Hice eso con el fin de llamar –también- la atención de mi ahora supervisora, cosa que conseguí a medias. Me acerqué de a pocos y mientras eso pasaba ambas féminas se desviaban de mi saludo rochosamente. Cuando menos pensé, ellas se habían unido al coro repelente del: “Hola, amigo” con otros individuos y yo quedé –como diría mi estimada Nelly Furtado- con las manos al aire. Ese es el primer vestigio que tengo de mi protagonista de hoy.

Neli, es una de esas personas que ni bien ves te agrada, pero a la vez, piensas, -y de manera muy prejuiciosa – que es de las que no te responderá el saludo o que (quizás) te dejará hablando solo. Craso error. Eso le pasó al fulano que está escribiendo y a muchos más –según me contó ella-, pero tienes que tratar a la Srta. Coz para saber que estás equivocado. Es muy buena onda. Ella tiene algo, no sé, algunos le dicen a ese “algo”: ángel (con una mirada un poco desafiante, pero ángel al fin).

Me ha pasado que estoy de lo más apocado por cosas enredadas, sin sentido, cuando de repente al caer en una cháchara con ella se me pasa el mal ánimo y ni cuenta me doy. “Efecto Neli” le he puesto a dicha ¿terapia? (…) Cómo olvidar eso. Ni hablar. Ese método se limita a hablar de un tema y terminar charlando de otro que nada tiene que ver con el primero. Resultado: confusión y risas.

A ella rara vez la he sentido dudar. Ella está tan segura de lo que argumenta que puede arrastrarte sutilmente en sus palabras y gestos hasta terminar por convencerte. Ella, sin querer queriendo, puede alegrarte una pusilanimidad crónica, así –sin conocerla bien-, regalándote una luminosa sonrisa, puede convertir tu día gris a uno dorado intenso. Esto no es prosa ni verso, es la pura verdad, sino, que lo diga un tal “A” o un desconocido del bus o quizás un “talibán” (con explosivos inmaduros incluidos) o yo mismo. It’s true.

A veces me he quejado de mis rebeldías de chibolo, de las limitaciones con las que me crie y jamás pensé en la “chiquititud” de los demás. Si hablamos de infancias, ninguna como la suya. Ella la ha vivido dura, de aquí para allá, con escapadas kilométricas siendo muy niña aún, con lágrimas corajudas por momentos lacerantes, lateando trechos bastante largos, con actitudes bastante cuerdas para su edad de ese entonces. Pero todo eso sirvió para moldear, darle forma a esa personalidad que la hacen una mujer con mentalidad bastante madura, una personita de 26 –casi 27- años con peculiaridad de mucho más edad, sin embargo, con fisionomía de mucho menos. Juega con las antípodas de mentalidad y apariencia sin ningún problema.

“Nelic” es mística y la vez graciosa. Gracia que se puede confundir con seriedad al abrir tanto los ojos que uno no sabe si los rasga porque está emocionada o porque con una mirada te puede decir –con sigilo- que está molesta. Así de expresiva es. Esto es tan cierto como que las segundas letras de sus nombres y apellidos son vocales (e, a, o y e). O ¿no?

Esta comunicadora con matices de psicóloga, si se lo propone –y no se queda dormida- puede llegar lejos. No la imagino en el lugar en el que está toda la vida, pero tiene que apresurarse, pues, time is not long (lo puse en inglés, y sé que va a renegar). Así que, espero que la futura líder esté solo dormida y despierte lo más rápido posible. What are you waiting for, Miss Neli? Sé que lo logrará porque nada le falta -quizás aprender a escuchar y no olvidar lo que algunos buenamente le decimos es algo en lo que flaquea, pero nada más-. Si oye con la misma atención con la que escuchamos sus dulces registros vocales, sería excelente.

Como puse arriba, no suelo escribir de gente que no me parece interesante. Siento que recurrí a entretenerme tecleando parte de su mundo. Ojalá no reciba un “2” como nota a cambio. Ahora sí te hablo a ti, Neli Coz: talento te sobra, pero de vez en cuando tienes que darte un “electroshock” para reanimar tus ganas de no estancarte. Use your talent, pretty woman.




*Algún tiempo atrás pensé en escribirle... (Sorry por el clip pixeleadazo).