Esto debió salir el día 1.
Comprensiblemente, ese día casi todo el mundo iba a estar desnucado y yo no
podía ser la excepción. Peor aún, después de los alegres litros de cerveza
consumidos en las primeras horas del 2015. En fin, salió hoy, el día 2. Ayer me
dio una flojera terrible mover músculo alguno. Si uno de los 3 gatos que lee
esta escotilla virtual, se sintió afectado por no encontrar algo nuevo ayer,
las disculpas del caso.
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Si bien el 2014 ha sido una
colección de días putañeros, un montón de horas indescifrables y situaciones
contrariadas; ha tenido sus mezquinos momentos agradables, que por generosos,
son los que deben ir acá. Además es algo más ahorrativo poner esas cosas, dado
que si enumero las malas, puta madre, me faltaría blog. Aunque poner algunas
magras, como para sazonar, no hará del todo aburrida esta entrada. Acá va:
“El eclipse no fue parcial y cegó nuestras miradas”
Manchitas, inocente ella, llegó muy a finales del anteaño pasado
-precisamente un Día de los Inocentes- a formar parte de alguien que solía ser
cercana y a este remedo de escritor. Pasó la transición 13/14 en casa de
personas de buen corazón, en especial el líder de ese clan: don O. En esas dos semanas
que tuvimos a Manchas, reaprendí que no hay amor más fiel que el de un perro
hacia su eventual amo y al fin pude ejercer someramente esa carrera que siempre
creí frustrada: veterinaria.
Manchitas tuvo que mudarse al cielo y se fue como llegó: rápido. Aunque
tengo la certeza que en esas dos semanas tuvo el amor, la comida y la atención
que nunca antes tuvo. Querida, estás en la lista de mis hijos, así hayas sido
la más fugaz.
“No creerías las cosas que he hecho por ella”
La media beca es algo que llegó a punta de esfuerzo e insinuaciones de
lloriqueos ante el decano de mi universidad. Siempre, a excepción de este último ciclo
que fue una mierda, he sido regular en la facultad: no muy bueno, no muy malo.
Digamos, del 0 al 20, un 14. Nunca jalé con roche y nunca estuve para el tercio
estudiantil. El caso es que Mr. Johan, el decano, accedió a darme ese cupón de
descuento del 50%, a condonar la mitad de mis deudas, a evitarme el medio litro
de llanto. Con ese beneficio en el bolsillo, hice todo lo que no debía hacer,
emprendí un camino equívoco, un viaje a lo errático. Soy un huevón, lo sé. Este
ciclo me descuidé y me arrepiento. Solo espero que esa media beca por la que
peleé siga vigente. ¡Diosito, hazte otra, pe’!
“Goles suenan a la distancia”
Con el campeonato del Torneo del Inca obtenido a base de un fútbol
ortodoxo, pensé que el equipo del cual soy patológico seguidor, Alianza Lima,
tendría más éxitos en el año y conseguiríamos el título nacional después de
ocho temporadas, pero con un pobre Apertura y con un Clausura que no llegó a
consolidarse, ese fútbol a base de pelotazos improductivos volvió a imponerse
por sobre el juego bonito que por ratos conseguía la blanquiazul y ello se
mostró más claro en la final contra Cristal: perdimos y mi ilusión de dar la vuelta
se ahogó por el poco oxígeno de Arequipa, lugar de la final. Será para este
año. Igual y así seamos los peores, cosa que jamás seremos, pediré el día que me
muera que me entierren con mi amada camiseta azul y blanca.
“El dolor es veneno, nena”
La chica de los 7. Recuerdo
que un siete hablamos más de un “Hola y chao”, otro 7 le dije que me gustaba,
otro siete la besé por primera vez en un taxi y otro siete pensaba en
formalizar todo. Ese último nunca llegó. Todo iba muy bien, pasé momentos
lindos con ella y después de pasajes extraños, pensé que ¡por fin!, podría
darle sentido a esos días jodidos del año que pasó. Me enamoré e hice cosas que no
había hecho para otra chica. Sin embargo, a veces sentía que no era del todo
valorado, pero como todo es algo subjetivo, quizás, haya sido solo mi
impresión. De cualquier modo y por más cosas dolorosas que también encontré en
ese camino, pienso que esos instantes bonitos son los que quedan. Ahora el
olvido es parte de mis días, pero a veces me da chiripiolca. El proceso de
olvido para mí es pendejo, para ella siento que no lo fue.
“Un espíritu a veces seguro, otras veces incierto”
Salir de Inquba hizo que piense que todo sería mejor respecto a lo
laboral y fue –contratodo pronóstico- lo contrario. Irme por
mejoras económicas no fue para nada compensado con la felicidad que sentía en
esa agencia. En los dos lados en los que aterricé después, encontré gente bien paja,
es cierto. Pero nada como la casa. Así no paguen mucho (aunque ahora no sé cómo
será), en ese hogar publicitario aprendí bastante. No puedo hablar lo mismo
de S y T. El no recibir conocimiento hizo que me sienta algo estancado y ello
realmente fue frustrante. En el segundo lugar fui a aprender (supuestamente) y
terminé siendo “profesor”, que no es del todo malo, pero uno va también a
conocer cosas nuevas. Y no, pe’. No se dio y me jodí.
“Una eternidad esperé este instante”
Vi a Soda Stereo por única vez en mi vida en Diciembre del 2007. 2 horas
y fracción irremplazables hicieron que esa idea de que eran lo mejor en este
idioma, tome mucho más fuerza. Me quedé endeudado por ese concierto, pero a la
mierda. Valió la pena. 7 años después volví a ver a un Soda: Charly Alberti.
Esperar un par horas en el hall del Westin por ver al genio importó nada
(realmente hubiese esperado un día, dos; por verlo). Su representante habló conmigo unos minutos antes de que él bajara de su piso y me dio las coordenadas de la
salida del baterista: “Mirá, no debería decirte esto. Charly y yo (sho),
bajamos en unos 10 minutos y saldremos por ese corredor –señalándome su ruta de
escape-. Yo no te dije nada, eh. Ya sabés”. Dicho y hecho. Alberti con sus
lentes Ray Ban, su gorra de R-21 y su porte de líder ambientalista se
materializaron en ese lapso. Foto tomada, conversa hecha y mi disco de Soda
garabateado por el che, hicieron de ese día de diciembre uno de los más
aputamareados en estos 26 años. Viva Soda, carajo. Toda la vida.
“Ella es mi chica lunar”
La propuesta de ser padrino me agarró con cierta alegría. Ser papá es
uno de mis sueños y esta labor se le parece mucho. Entendí que mis ahora
compadres vieron en mí proyección, determinación, cierta madurez y tino para
hacer las cosas; aunque creo que ya lo están dudando. Hace casi dos meses soy como el
segundo padre de Zoe. Obligado por mi conciencia a regalarle algo en todas las
navidades y en todos sus cumpleaños, veo en esta acción y algunas otras
formativas, retos que me hacen feliz y que también, espero, hagan feliz a esta
pioja, que es casi mi hija. Al menos muchos abrazos, consejos que no le van a
servir de mucho, sarcasmo y buen rock; no le van a faltar.
“Te vi que llorabas, te vi que llorabas por él”
El que me conoce sabe que Gustavo Cerati es mi mayor referencia musical,
es mi ídolo y su muerte dolió, vaya que sí. Tener sus discos, haber ido a sus
conciertos, crecer con su música; no es poco y cuando se fue allá arriba sí que solté mis lágrimas.
Chespirito, es otro de esos personajes que despintó todo con su viaje a
la otra dimensión. Haber visto al Chavito metido no en un barril, sino en un
féretro, fue un poco traumático.
Óscar Avilés, tipazo. Tuve el honor de cruzármelo un par de veces y
conversar con este grande de las cuerdas. También se fue entre sollozos y
jaranas tristes.
Gabriel García Márquez, todas sus putas y sus lectores, ahora más
tristes, lo recordarán porque todos nosotros tenemos corazón.
“Poner un disco eterno, crear la dimensión”
Los 28 de febrero son todos geniales. Claro, ese día nací yo. Aunque el
del año que hoy ya es un cadáver fresco, fue mucho más chévere. Mi entonces
jefa hizo de mi espacio de trabajo, el pequeño sitio del mundo más especial,
los compañeros de la agencia cantaron –desafinados todos- el tradicional “Happy
Birthday”, ese día estrené mi polo de Soda y me regalaron un disco de esa banda
(aunque finalmente ese CD se quedó con la autora del obsequio. O sea que fue un
regalo de mentirita), las demostraciones de cariño fueron inacabables (aunque
siempre es así en los cumples. No hay que mentirse mucho, tampoco). Mis mejores amigos
llegaron a gorrear la cena cumpleañera. ¡Perdón! Fueron a visitarme muy
amablemente y mamá -mi amor-, con su abrazo cariñoso y rompecostillas, hicieron de ese último
día del mes más corto del año, el mejor de todos sus pares. Un cumpleaños para
recordar, indudablemente.
“Me verás volar por la
ciudad de la furia”
Sí lloro por ti, Argentina.
No olvidaré ese día de octubre que tenía el dinero para largarme a Buenos
Aires, estaba a un puto click de decir: “carajo. Ciudad de la Furia, ahí
vamos.” Era algo tan mío, tan personal, que no se lo comenté a nadie. Soñaba
con pasearme por Caminito, ir a la Bombonera a ver a Boca, entrar a cuanto museo
paja encontrara en la vía. La vida me jugó un revés y la inversión fue
hacia esa persona que me hizo ver los días y sí que fue mejor, pero me queda
esa espina de no haber conocido esa ciudad que anhelo todos los momentos. Aunque,
Argentina, ya hay planes serios de estudiar por
allá.
(...)
Bueno, algunos de estos puntos fueron increíbles en un inicio, con un
arranque prometedor, nacieron con esperanza. Sin embargo, con el transcurrir de
los días casi todos estos ítems se deshicieron, se evaporaron, se pudrieron y
me quedé en nada. El 2014 fue irregular, aunque con matices buenos. Y alguna
vez he renegado porque más de la mitad de las cosas que me tracé, no las logré.
Y eso para una persona picona y autoexigente como yo es, por lo menos, chocante. Aunque entiendo también que todo es cíclico y la curva ahora va
hacia arriba, felizmente. Me quedan las odiosas conclusiones de que hay que
pensar mejor antes de decidir, rodearse de buenas personas –o al menos unas que
no te hagan perder el tiempo-, mantener el ánimo y bañarse en ruda. Harta ruda.
Este año, es uno de revancha personal y tengo 365 oportunidades. Aunque
a nadie le importa.
Feliz 2015, infelices.
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