Síguenos en Twitter

Dónde nos leen

jueves, 20 de agosto de 2009

Qué bonito es tener una hermana así


¿Cómo no decir que adoro a mi hermana? Ahora estoy leyendo una de nuestras tantas conversaciones por ‘messenger’ y me falta oxígeno para terminar de reírme con el chiste de “La sinfonía de amor”. (¿Cómo no te vas a acordar de esa canción, Daniela? Si en el clip sale ‘mi’ Cathy Caballero. Tener a esa modelo es poseer todas las respuestas a tus preguntas. Así de simple).

En fin. No es el tema de los NSQ y NSC por el que pienso escribir hoy, sino, de mi hermana, que si bien, no estamos unidos por sangre, estamos atados, cuales ‘mellizos de sapolio’, por un gran cariño: como el de dos, valga la redundancia, hermanos.

Hace mucho tiempo empecé a escribir esta historia pero hace unos días me di la idea para terminarla.

Tantas veces fallida la publicación de este posteo por diferentes motivos. Discúlpame, hermana. Empecé a escribirlo en hojas, en volantes, en servilletas, en papelitos, que con el paso del agua en el tormentoso movimiento de la lavadora, terminaron trozaditas y despintadas. Todo fue mi culpa por dejarlas dobladas en mi jean y olvidarlas por mi ‘amnesia juvenil’. Sé que no merezco que me ofrezcas algo la próxima vez que visite tu alimentario (y, vaya que si), hogar. No obstante, esta demora tiene un trasfondo.

Es increíble ver cómo pasa el tiempo, raudo, veloz, implacable. Cómo olvidar ese día de Agosto del 2006. Día en el que te llevé una impresentable hamburguesa -del mítico ‘Miguelón’- a tu casa, la cual recibiste muy cándida, aunque yo en el fondo me decía: “pucha, la fregué con esto. Hubiese traído algo más ‘decentón’. La ‘maté’ totalmente. Las chicas se cuidan de la grasa y esto es una oda al colesterol. Me estará odiando”. Aún así creo que te caí bien (je, je, je). Pensé en ya no regresar de lo avergonzado que estaba, pero ya ves que no fue así. Esa tarde en las banquitas al frente de tu casa fue genial, aunque por ahí tengo la idea que tu papá, indirectamente, se vengó por tí. Siempre recordaré esas pequeñas gotas que cayeron en mi zapatilla, producto del certero lanzamiento de agua que tu padre hizo hacia la pista. Por un momento grafiqué tal escena, le puse un fondo musical de película de suspenso, la hice un poco más pausada y dentro de ella escuché al buen don Ubillús decir: ‘¿A quién se le ocurre llevar una hamburguesa como regalo? A ti, nomás, zonzonete.’ De sólo pensarlo me río como un orate.

Es muy emotivo tener una hermana que, por 18 años, no supe que existía pero que tengo hace tres, por casualidades del juguetón destino, al que le estoy agradecido, en serio, barranquillera.

¿Habrá alguien confundido la hermandad? Hace unos días escuchaba, regresando del Icpna, un programa de radio (qué raro en mí), y Jesús con Renato –los conductores- se empecinaban en decir que no hay amistad cien por ciento sincera entre un ‘pata’ y una chica, porque siempre uno se fija en el otro, generalmente el hombre, y este camufla su verdadera intención en la amistad. Bueno, a mí no me ha pasado, por eso, ni bien acabó el programa, le mandé un sms al primer mencionado diciéndole: ‘Si crees que es imposible encontrar a alguien así, pues, Jesús, yo soy un sui géneris. Yo si tengo una verdadera amiga, casi hermana. Si llamaba al programa, te mataba el tema. Da gracias que no lo hice”. El punto es que creo que si existen los que no son maliciosos, como muestra, un botón: yo.

Partes desteñidas con Danicitas: El segmento medio despintado se daba cuando habían períodos en los que no nos hablábamos y en los que me sentía más solo que Adán en el día de la madre, porque no tenía a mi partner al lado. No sé por qué nos dejamos de hablar. Creí que ya no querías saber de mí. Que lo de ‘brothers forever’ fue algo del momento, efímero. En realidad, no quiero acordarme de eso. Debe ser parte de lo ‘voladita’ que a veces eres. Ojo: ‘Voladita’, como diría un grupo chichero: ‘con cariño’.

Hermana, recuerdo que para tu cumple del 2008 llegué tardísimo, pero igual, estuve ahí y lo hice porque quería verte, puesto que no supe de ti un buen tiempo y durante ese largo conjunto de meses no tuve oídos que me escucharan ni palabras que me hicieran sentir mejor ante algo negativo que me haya pasado. Ese día fue lo máximo, aunque no me guardaste tequila. Ya para otra vez será. Pobre de ti que te olvides Esperaré con mucha paciencia mi botella llena de alcohol ‘derritehígado’ mexicano.

Después de ese día de Marzo, pasó un buen tiempo sin saber de mi ‘sangre’, pasaron muchas cosas. Conocí a mucha gente, dentro de ese grupo estaba la chica ‘capicúa’, que para bien o para mal -no sé-, hizo que nos juntemos de nuevo. Ese capítulo, por más negruzco que haya sido, sirvió para renovar la amistad, lo aprovechamos para ser más amigos, para tener al hermano al lado. Dicen que de lo malo tienes que extraer lo bueno, entonces, de cierta forma, recuperé a mi hermana querida, a través de una persona que no esperé.

Hoy te escribo porque creo tener tu total confianza -para ayudarte en tus líos- y disponibilidad -sé que tu me ayudarás a resolver cualquier problema que tenga sin precisar situación alguna-, por eso te agradezco, hermana. Sé que tengo una confidente sincera y 'buenagentosa' de por vida.

Gracias por todo. De verdad. Estoy seguro de que siempre tendré un gran soporte en mi hermanita menor, mi ‘despeinada’, mi ‘danicitas’, mi ‘dani-dani’ o simplemente mi ‘manita ratona’.

Gracias por ser mi mejor amiga. Te Quiero Mucho, hermana. Como te dije el Martes: si hubiese tenido una hermana de padre y madre, me hubiese gustado que seas tú. Aunque, pensándolo mejor, si bien no nacimos del mismo útero, para mí eres la camarada, la hermana que siempre quise y eso me alegra tremendamente. Gracias por ofrecerme tu amistad, estoy en deuda contigo, hermanita.

La idea de hacer este post y culminarlo justo en esta jornada, es porque un día como hoy, hace tres años, conocí a una de las personas que más valoro y que puede contar conmigo para todo. Es recíproco. I know it. Querida Danialexa parte 3, recuerda que somos hermanos por siempre y hasta el final de los tiempos. Gracias por las risas y el cariño, mi angelito despeinado.




*Shakira y Gustavo. Algún buen gusto debía tener la colombiana: Soda Stereo. Enjoy, manita.

lunes, 3 de agosto de 2009

Crimen


Ayer llegué de mi trabajo cansadísimo, sin ganas de hacer cosa alguna, tenía que ‘restregar’ acuáticamente (bañar), a mi bullero hijo ‘Camus’, pero prendí la compu y me sumergí un rato en la Internet. Chequear el ‘Facebook’, ver el ‘Twitter’, entrar como desconectado al ‘Messenger’ para ver si había alguien interesante y charlar, pero no, nadie importante habitaba en la caja social adornada por dos peones, así que salí de él tan rápido como un estornudo. Cerré también las páginas plagadas de gente que adora las fotos. Poseritos, como yo.

A estas alturas ya me había olvidado totalmente de la ducha que debía darle a mi ‘hijo’ y me eché a mi lecho, poniendo la almohada encima de mi cabeza para poder entrar en el mundo de Morfeo de la manera más rápida. Dicho personaje ya me estaba jalando con soga a su orbe, cuando un ruido seguido del temblor en mi cama evitaron mi total caída al mundo del sueño: mensaje de texto de “K.R.” (léase el segundo post: ‘Encuentro inesperado’), con los ojos casi cerrados vi que decía lo siguiente:

- “Eds, ¿hay que salir más tarde? Ya hice todo lo que tenía que hacer y estoy aburrida. Me respondes cualquier cosa. Cuídate”

Tuve que cortar la cuerda de Morfeo con mucho desgano, pues aunque me la somnolencia me ganaba, yo también quería verla, mejor dicho, ese ser que creyó haberla olvidado, ese camotudo enamoradizo, quería verla, así que le respondí casi enseguida:

- “Ya, pues. Me estaba quedando dormido, pero prefiero que el aire frío me golpee en el rostro y divertirme un rato. Parque Kennedy a las 7:00 pm. Ahí te veo. Un beso.”

Creí haber salido temprano de mi casa, pero tenía una hora para estar allá. Llegué a la avenida principal y vi el horroroso tráfico que reinaba. Así que decidí caminar hasta ver la vía un poco despejada y poder tomar el carro que me llevaría hasta Miraflores. Me la pasé caminando todo 28 de Julio y nunca hallé, al menos, un tramo despejado. Habiendo pasado 20 minutos y escuchando ‘Ciudad de la furia’ de Soda Stereo llegué a la av. Arequipa que, por suerte, estaba algo deshabitada. Un contraste raro con la otra arteria.

Me embarqué en la primera couster que se estacionó, porque sólo tenía 40 minutos y detesto ser impuntual, -aunque muchas veces peco de ello- así que, cual ahogado salté hacia mi salvavidas, aunque por las dimensiones del vehículo, debería decir flotador.

Tras escuchar canciones de Cerati, Queen, The Police y Nirvana llegué a Pardo, antes de lo previsto: 6:55 pm. Di vueltas y más vueltas porque la que se decía puntual resultó ser su antónimo. Hasta que después de hacer hora por Diagonal la sorprendí yendo hacia el punto de encuentro. Creo que después de semana y media la veía, realmente ya no llevo la cuenta de los días que no nos vemos, es decir, nada es como antes y así quedará.

Después de andar por esos sinuosos caminos de la Arequipa decidimos ir al Óvalo Gutiérrez. Conversando de lo mejor, haciéndonos bromas, discutiendo por el verdadero de significado de ‘catarsis’. Ella me decía: ‘Esa palabra significa hablar’ – ‘Oye, esa palabra significa hacer un desfogue, botar todo lo malo mediante esa práctica. Eso es catarsis’, argüí con determinación. ‘Pero mi jefe me ha dicho que es hablar, conversar’, terqueó ella. ‘Bueno, pobres sus oyentes que viven engañados con palabras que él no sabe emplear y las dice sólo para que su ‘floro’ suene bonito. Qué huachafo es tu jefe’, sentencié. No le quedó otra que reírse.

Realmente estaba muy cansado pero tenía buenos ánimos a pesar de eso, así que enrumbamos por un jirón tranquilo, típico de las rondas de Miraflores, cuando la huaca ‘Pucllana’ se instaló frente a nosotros sin darnos cuenta, o debo decir, nosotros nos situamos frente a ella. Quería llegar al óvalo lo más rápido posible para sentarme y relajarme, entre palabras incongruentes y risas me preguntó:

--------------------------------------------------------------------
Para esto, debo poner los siguiente: Días previos a eso, me habló sobre un insufrible al que ella casi le hace caso, pero, al final no pasó nada. Acto seguido me comentó que estaba en planes con otro. Me dejó pensando, pues, lo que pasó en el primer acto había sido hace dos semanas y lo del segundo hace tres. No encajaba. O sea ¿En tres semanas casi está con alguien y en ese mismo lapso estaba en planes con otro? Yo estaba confundido. Adopté ese estado para no pensar lo peor de ella. Lo que le dije por Chat fue: ‘Con esa actitud das mucho que pensar. Piensa antes de hacer las cosas’.
--------------------------------------------------------------------

- ¿Por qué hace unos días me dijiste lo que me dijiste?
-¿Qué te dije? No me acuerdo.
- Me hiciste sentir como una cualquiera por tu comentario, me hizo mal.
- Ah, claro. Bueno, yo te dije lo que pensaba. Tú solita me dijiste como habían pasado las cosas, mencionaste el tiempo y calculaste pésimo. Como te dije ese día, piensa mejor antes de hacer o decir algo. Interpretaste mal, igual, sorry.
- Bueno, dejémoslo ahí.
- Ahora que recuerdo, tú me dijiste que tenías de decirme algo.
- Ah, sí. Te iba a preguntar ¿por qué soy tan bonita?
- Ja, ja, ja. Eres una payasa egocéntrica.

Ya en Angamos me mencionó al segundo actor de reparto en la breve novela escrita arriba: Un veterinario con plata. Díjome que el día que la planté (según ella y no recurdo cuando), había salido con este casi treintañero y que se dieron el beso del año, el ósculo perfecto, la pegada adorable. Y que le iba bien con él, contando con los dedos los días desde aquel intercambio de saliva. Datas que no llegaban ni a 6 dando a entender que habían empezado una relación.

Yo, de lo risueño que estaba, quedé gélido, frío. Una mezcla de sensaciones tristes y negativas reinó rápidamente dentro de mí. En ese momento era el tipo más lúgubre de Lima. Lo único que atiné a decir fue: ‘Ah, chévere’, que más que palabras, fueron chapurreos.

Mi actitud, obviamente, no era la misma, y mientras ella se detuvo a llamar a su casa, me puse a pensar:

“A ver, esta tipita sabe que me gusta, que la quiero, no como antes, pero la remanencia que queda aún, es importante. Que haría cosas que estuvieran a mi alcance por ella. Lo sabe muy bien y me viene de buenas a primeras a decirme esto como si nada. Una de dos, quiere ver cómo soporto todo lo que me despotrica o quiere ver mi reacción. Ni hablar, puedo hacerlo pero no frente a ella, me está jugando sucio y no le voy a dar el gusto que me vea mal, porque eso es lo que quiere. Ni cagando. Busco cualquier excusa, me largo y hasta acá nomás ‘K.R.’”

Mientras pensaba, ella me hablaba excitada y yo sólo daba palabras monosilábicas, para hacer sentir mi indiferencia ante su dicción. Cuando me cuestionó si me pasaba algo le dije: ‘No pasa nada, más bien, no quiero alejarme mucho de la Arequipa porque no me quiero ir tarde. A las 8 me voy y ya me quedan 20 minutos’.

‘Mejor hay que sentarnos’, she said. ‘¿De verdad no te pasa nada? Siento que dije algo que no gustó’, replicó.

Y volví a insistirle que no algo fatigado, y es algo raro, porque cuando alguien me fastidia por algo se lo digo en la cara, a veces creo que exagero, pero con ella me enmudezco totalmente. Esta mujer ha llegado a manipular mis emociones a su antojo, aún sin saberlo. Yo mismo me sorprendo por ello.

A esa altura, ya sentía toda palabra suya como ataque y empecé a defenderme: ‘Si tuviera algo tampoco te lo diría porque tú y yo no somos nada’.

Creo que se me pasó la mano con eso, pero fue producto del momento, me sentía mal y ahora sí, quería olvidarme de todo. En ese momento musitó: ‘Hay una atmósfera negra acá’. ‘Si así lo crees, qué puedo hacer, creo que mejor me voy. Tengo que ir a 'Phantom' a ver si ya salió el nuevo disco de Cerati’, le contesté con algo de cólera, pena y como dándole a entender que me importaba más el cd que su putañera unión. Me despedí y me fui raudo. Apenas me paré me sentí aliviado, pero triste, mi mente estaba intranquila y mi corazón hecho puré. Un trapeador tenía más presencia que yo. Caminando como desaforado, pensando y pensando, llegué a Angamos con la Arequipa, dudé en ir a ver el disco y compré una cajetilla de cigarros, los cuales desaparecí en 20 minutos de larga caminata. Saqué las siguientes conclusiones de tanto atormentar mis sesos:

- Ella ya está con un huevón (palabra típica del frustrado picón), yo no quiero estar como un espectador de su felicidad. No quiero hacer el ridículo. Así que adiós a todo contacto con ella. A la mierda.

- No tengo idea de por qué se me ha metido tanto en este órgano que late, nunca me ha dado ninguna satisfacción. Soy un idiota. Ella quedará como la chica con la que nunca pude estar y eso no me afecta mucho porque a fin de cuentas, así seas muy fachoso, o lo que sea, siempre hay alguien que te dice que no. Alguien que siempre te deja pensando en por qué demonios no te hace caso.

- Siempre me habló de patas con plata ¿No me habrá hecho caso por ser un misiazo operador de radio? - La palabra ‘interés’ me retumbó los oídos.

Había caminado tanto que ya estaba en Risso, tomé el primer carro que pude y entre las mismas canciones que había escuchado para ir al encuentro de ella salió una espontánea lágrima. Me sentía mal, sí, pero no se me cruzó por la mente llorar, aunque seguro fue una reacción natural del pusilánime yo que habita con asiduidad en mí.

Llegué a casa, apagué el celular, prendí a ‘la negra’ (mi láptop), y me puse a ver videos graciosos que más que risa me pusieron algo depre porque la página me la pasó ella. Después de un rato me acordé de eso. En ese momento, más que nunca, quería que el buen Morfeo, me lleve al mundo de las posibilidades, pero no tenía un irrisorio gramo de sueño. Quería hablar con mi hermana, quería gaseosa, quería algo para sentirme bien, pero sólo hallé una diazepam la cual me hizo dormir hasta hoy, Domingo, día en el que no tengo mucho trabajo, así que escribí esto para hacer eso que me hace acordar a ella: Catarsis.

The last chapter about “K.R.”



*Otro crimen quedó sin resolver.

lunes, 15 de junio de 2009

Tips para no matar una amistad alicaída


Estas últimas semanas he tenido rencillas de todo tipo: en fiestas, por chat, familiares, y en ‘salidas’. Me he sentido un pelagatos confundido por no saber qué diablos hacer ante tales lúgubres atmósferas, de las cuales tuve –lo admito- la culpa en algunas y en otras siento que me vieron la cara de tarado. La más reciente de mis amargas desventuras sucedió hace casi dos semanas. Justo para el cumpleaños de mi abuela, algo como para no olvidar, tomar en cuenta y llevarlo como un precedente para que no se repita. Quizás, para el que lea esto, será de lo más tonto, extraño y hasta irrelevante. Qué más da. Es por el noble fin de dispensarme ante una persona invalorable que no quiero perder. Así es, desde este pequeño cajonzuelo de internet, quiero volver a pedirte –y espero leas este sentido texto con mucha atención-, las disculpas que hace días me diste de ‘la boca hacia fuera’, pero que no compatibilizaron con las que son las reales: las que se dan de corazón.

Ante lo que he vivido en estos recientes grupos de 24 horas, tengo que marcar unos puntos para –como dice el título- no matar una amistad alicaída:

- ESCUCHAR CON ATENCIÓN Y NO INTERRUMPIR.

Las personas por ‘default’ siempre tendrán problemas. Eso es algo comprensible e irremediable. Por dichas desavenencias suelen recurrir a algún personaje foráneo a su círculo familiar, alguien a quien ellos condecoran como “confidente” y que debe estar ‘ahí’, listo para aconsejar, tratar de hacer sentir mejor al individuo pusilánime y, sobretodo, poner los 5.sentidos en el desfogue emocional de su acompañante cuando esté listo(a) a exponerlos. Esto último es básico. La atención debe ser suprema, así como también la mirada a los ojos y el mejor estado analítico posible para no dar ‘soluciones’ tiradas de los cabellos, como por ejemplo:

-“Fulanito, tengo problemas con mi novio. Yo sé que tú me puedes ayudar porque también has pasado por problemas similares con la tuya. Él dice que mis padres no lo pasan y que escoja entre él o ellos. ¿Qué puedo hacer?”

-“Ya pues, fácil, Sutanita, manda al diablo a tus padres porque a quien realmente amas es a Menganito. Olvida a tus odiosos viejos y vive tu vida”.

Como se lee, un amigo de lo más acéfalo y facilista. Para agarrarlo a ‘jab’ limpio, al puro estilo de Kinita Malpartida.

Yendo más allá, puedo decir esto por una experiencia particular: Ay del que suelta una gracia inoportuna o del que interrumpe contínuamente el relato o, peor aún, del que intempestivamente tiene que cancelar la plática por ir a hacer otros asuntos. La persona apocada se sentirá peor y abrirá la posibilidad de suplantar a su –dizque- “buen amigo”, así que si quieres mantener una amistad sólida dale toda tu concentración posible a ese ser que, sabes, siempre estará para ti cuando lo necesites.

* Prometo no volver a interrumpirte jamás. Lo juro, por Dios y por la patria.


- NO PREOCUPARSE POR LA DISTANCIA. SI SON VERDADEROS AMIGOS, ESO NO IMPORTARÁ.

Pienso que este punto podría leerse un poco contradictorio, porque sonaría más como para una pareja, pero en una relación amical también es fundamental. Así uno viva en ‘Pro’ y el otro en ‘Lurín’, siempre -dejando de lado algún otro compromiso- harán un pequeño espacio en su rutina para poder verse y departir esos momentos agradables, recordar anécdotas y reírse, no sé, de algún enfrentamiento pasado entre ambos, que, evidentemente no trajo ningún rencor arrastrado, sino, no estuviesen uno frente al otro. Eso debe mantenerse. Que la distancia les importe un sorete. Que la amistad no quede soterrada por nada.

* Si es que seguimos siendo amigos, cuando te canses y no tengas como ir a tu casa, prometo imitar a algún cuadrúpedo y llevarte sobre mi lomo, asi esto me mande al hospital un par de semanas. Pero lo haré. Todo es poco si no consigo que seas mi ‘pata’ nuevamente.


- NO PERDER CONTACTO POR NADA DEL MUNDO.

Va de la mano con el punto anterior, creo yo. Ahora en estos tiempos tan agitados, abiertos y por demás ‘telecomunicativos’, es un pronunciado pecado olvidarte de un amigo. No hay excusa alguna. Ellas se quedaron estáticas en el pasado. Antes no había ‘messenger’ alguno, ni páginas sociales, ni ‘Skype’, ni mensajes de texto, ni promociones de minutos libres en los móviles, cosas que ahora –Gracias a Dios- vemos seguido y que nos ayudan a estar enterados de la vida de esa persona que conocimos y que ganó nuestra confianza. Así que dejémonos de pendejadas y no seamos ingratos que por eso, si se pierde un amigo.

* Trato de no hacerlo, pero el saldo me traiciona y el dinero, a manera de Judas Iscariote, también, y por ende no tengo forma de llamarte y decirte un ‘Hola, ¿cómo estás?’. Discúlpame por ser tan misio. Aunque seguido te mandaba ‘sms’. Eso me salva (un poquito, al menos).


- SIEMPRE PREOCUPARSE POR SUS SERES CERCANOS.

Nunca estará demás hacer un par de preguntas sobre cómo están sus padres, sus hermanos, la nana y hasta las mascotas. Sí! hasta esas adorables bestias que un día te hicieron pasar un mal rato meándote la basta de los pantalones. Pregunta por ellos y muéstrate tierno asi aún tengas ese tufillo revanchista contra tan ‘tierno’ animal (…) Si quieres que esa amistad en estado vegetal reaccione nuevamente, pregunta cómo van las cosas en casa, cómo puedes ayudar ante algo negativo o cómo hacer para que la relación familiar se fortalezca. Eso mostrará interés. Eso hará –subliminalmente y asi no lo desees- que ya seas parte de su familia. Eso, si es que pasas por un ocaso amical, hará la función de ‘electroshock’ para revivir a un moribundo. Un amigo siempre cuestiona para buscar soluciones ante una disyuntiva. Siempre.

*Aquí, creo, que la libro, porque siempre estoy al pendiente de tu ambiente familiar.


- DE VEZ EN CUANDO, UN PRESENTE NO ESTARÍA MAL.

Esto implicaría, o mejor dicho, tendría como personajes a un hombre y una mujer, puesto que si fuesen del mismo sexo traería suspicacias. Entre hombres lo más típico es la ‘perdición alcohólica’ y eso perdurará por los siglos de los siglos, amén. Lo de los detalles más se ve entre géneros opuestos. Es saludable hacer un pequeño donativo, cualquier cosa que diga mucho de su amistad, que renueve ese lazo. Con ello siempre quedarás bien y de alguna forma, conminarás a la otra persona a hacer lo mismo. Hecho que no tendría por qué verse como ‘material’, sino, como algo que tendría un efecto sazonador en su amistad.

* Gracias por la muñequera que me regalaste hace exactamente un año, un mes, tres semanas y 6 datas. Nunca me la he sacado y no pienso hacerlo jamás. Ese apagado día vi la tuya y fue demasiado bueno. Ojalá la conserves, más allá de lo que pasó, porque es un símbolo de fraternidad entre ambos. Espero verla de nuevo, ojalá que sí.


- ESPORÁDICAMENTE DECIRLE CUANTO LO(A) ESTIMAS O QUIERES.

- Recuerdo que hace tiempo me dijo un amigo: “Chato, no es mariconada, pero te quiero mucho, brother”. En otra época, toda esa frase hubiese significado una rosquetada total. Y creo que hasta ahora generaría algo de prejuicio, peor aún si viene de hombres. Hay que recordar que expresar una frase similar a la escrita hace un rato (‘enantitos’), ya no es exclusividad de los ‘empalagosos pares’. No hay que censurar a los hombres que se lo dicen a otros. Lo mismo para las mujeres.

Siempre es saludable recordarle a un verdadero amigo -a ese que está dispuesto a regalar su sangre si ve que te estás muriendo- que lo estimas y más si las cosas no van bien. Un abrazo sincero, que actúe como paliativo, no estaría mal, y si a eso le añades un pasaje anecdótico y gracioso, que viviste a su lado, el renacer de esa camaradería, está garantizado.

*Cómo es la vida de cambiante. Yo no solía expresarle cariño a nadie. Ni siquiera a mis seres más cercanos, a excepción de mi Madre, y ahora, gracias a un gran aporte tuyo suelo decirle a mis amigos (que son menos de diez), que los quiero.
Tú sabes cuánto te aprecio, así que está demás plasmarlo aquí. Sé que tú también me quieres (es que soy adorable, pues, ja, ja, ja). Hago votos para que esa reciprocidad continúe hasta el fin de los tiempos. En serio.

(…)

Estos, de hecho, no son todos los tips. Tampoco creo que sean los mejores. Son los que fui descubriendo a partir de Marzo del 2008 y están dirigidos sólo a los buenos amigos. O sea, no son para cualquiera.

**De verdad me siento muy triste. He tenido que dejar de lado la concentración que le pongo a otras cosas y tratar de ingeniármelas en hacer algo que, espero, te guste. Todo sea porque nuestra amistad no se vaya a pique, que no tome ese negro sendero del olvido y llegue a morir. Eso me deprimiría terriblemente. Sé que hice mal; que mi falta fue más grave que la tuya (bueno, si es que la cometiste); que aunque me lo niegues, te fuiste mortificada, por eso me arrepiento tan igual como cuando le hice una espantosa jugarreta a mi madre hace muchos años. El caso es que ya no soy un mocoso, ahora soy un hombre (o una imitación, lo mismo da), y me afecta más. Espero me absuelvas.

Una persona como tú, si, como TÚ, -porque sabes que me estoy refiriendo a ti- no se encuentra así nomás, no eres cualquiera, eres especial. Por eso, aguardo que todo esto pase, y reírnos como siempre de las ‘huevadas’ que nos pasan. Desde aquí, todo mi cariño y mis sinceras disculpas, ojalá tengan respuesta, sino, muchas gracias por todo, siempre recordaré ese día en el que derramaste la gaseosa en ‘Mc Donalds’ y el carterazo que me metiste ese día ‘de miércoles’, según tú, de forma casual.

Recuerda que Te Quiero Muchísimo, a pesar de todo, mi partner. Gomenazai.





*Gracias por este temazo de Fanny Lu. Arigatou Srta. Latin pop.

sábado, 9 de mayo de 2009

Capicúa


Estoy relax, pensando en “ASZ” o mejor dicho, en qué escribiré sobre tal personaje. Ella, si, usted, estará algo reflexiva, maquinando o dándose ideas sobre lo que voy a poner, aunque me diga que no, sé que si. No se preocupe, no es nada grave.

Espero que no se moleste, señorita capicúa; espero que al leer este post, no me tire –virtualmente- una lanza enfurecida directo al corazón; espero que después de esto sigamos revueltos en ese único y dulce fin que ambos deseamos: Ser músicos, y de los buenos. Espero eso.

Para darle forma a este texto tuve que hacer una introspectiva en la bitácora de mis pensamientos. Me obligué a husmear en los historiales de conversación del "messenger" además de exhumar los bonitos mensajes de texto que aún, pese al tiempo lacerante, conservo. Y créame que me sentí en esos días de Octubre. Días preciosos. Me sentí volar por unos momentos con ese ícono "wow" que ambos conocemos a la perfección y que ahora no tiene el mismo valor que en aquellos mentados días del mes morado. O sea, que ese vuelo no duró ni 5 segundos y por ende me dolió la caída de narices desde tremenda altura. Believe me.

Yo le aconsejaría que tenga consigo algo de galletas, un poco de agua o gaseosa, o quizás chicha, pero no martini, porque podría quedarse dormida en el trayecto sin terminar de leer esto. Por favor, tiene llegar lúcida al punto final. Ojalá disfrute este posteo con esos suavizantes. Siéntese, póngase cómoda, rechine los huesos de las manos, relájese y de verdad, espero sacarle una sonrisa. En serio. De veritas, como diría usted.

Recuerdo haber paseado innumerables veces por esta página que prostituye el significado de amigo, llamada “Hi5”. Sin mucho que hacer, me puse a chequear la cuenta de mi hermana y vi a una persona llamativa, sonriente, con una mano bajo la barbilla y unos ojos grandes y candorosos, obviamente era usted; señorita capicúa ¿Quién más? Me llamó la atención y decidí entrar a su cuenta pero choqué contra un muro áspero y traicionero porque su página tenía una restricción de acceso. Recuerdo haberme flagelado contra la mesa después del quinto intento fallido.

Algo temeroso, decidí consultarle a Daniela (mi hermana) por algunos datos suyos, por su forma de ver el mundo, por ver cómo podía tomar una invitación de “amigo” a la cuenta social que antes mencioné, por ver cómo podía llegar a ser su conocido, en resumen, por saber cómo era esa persona que me impactó en una.

Me acuerdo que todo eso pasó de una manera rápida y alegre para mí. Cuando me di cuenta ya estaba agregada en mi caja colectiva-social (messenger). Fue un 12 de Septiembre y al verla como “no disponible” decidí no molestar, pero algo irrumpió mi silencio: mi hermana, quien me dijo que usted hizo el siguiente reclamo: “¿para qué me agrega si no me va a hablar?”. Yo me quedé con mi expresión de sorpresa. Algo así: ojos abiertos, cejas arqueadas, boca en círculo y respiración lenta. Muy estúpida mi actitud de sorprendido, lo sé. Medio confundido, solté un cohibido “hola” que fue el opening de toda esta historia. Luego de muchos días de charlas digitalmente divertidas decidí que ellas se conviertan en algo personal y así fue que la invité a tomar un café junto a mi pariente de cariño. Todo se dio como esperé. Uds. Si podían y ese 7 de Octubre fue Martes, en ese entonces, mi sagrado día de descanso. Yo estaba feliz, feliz.

Llegó el día y yo –sinceramente- estaba algo nervioso, pero un mañanero mensaje de texto calmó mi inquieta tensión. Fue una voz de aliento ante algo que estaba por pasar: una pequeña operación a mi “hija” Mapi. Ya no estaba nervioso, ni feliz. Estaba que saltaba en un pie. Totalmente aliviado y no existió ninguna reprimenda de mi abuelo que me haya podido detener.

Hice que la mañana pase rápidamente y tomé el carro que me llevaría a Plaza San Miguel. Sin regateos de por medio, pagué lo que indicaba la tarifa. Sin chistar, niño. Pague nomás. El lugar y la hora detalladamente indicados fueron: Zugatti a las 3 de la tarde. Yo llegué a eso de las 2:50 pm. Pero no vi a nadie conocido hasta las 3:10 (y luego la gente dice que la “Hora Cabana” ya desapareció).

Ya estaba jalándome los rizos por la espera y decidí caminar por ahí para ver si me cruzaba con las dos chicas citadas. Creo que no di ni dos pasos, volteé hacia una especie de puente que está contiguo a la heladería y vi a lo lejos dos féminas. Ambas con lentes, una lacia y otra rizada, tomadas del brazo entre si, ambas con jean y riéndose tranquilamente. Por un momento pensé: “¿Tan mal me he vestido que ya comenzaron con el concierto de risas?” Sólo con unos metros de distancia pude ver claramente a esa chica que las fotos me mostraron y esas risas que las charlas estáticas me dibujaron. Te vi como hasta ahora te recuerdo: con las manos juntas pegadas al mentón, con el cuello encogido por perfeccionar la descripción anterior, risueña, de mirada profunda y cálida y un cabello negro, lacio y hasta los hombros.

“Qué bonita”, inquirí mentalmente. Idiotizado (y vaya que si. Espero no haber sido tan evidente), tuve que reaccionar en el acto para poder saludar. Es así como caminamos los tres y fuimos a tomar un café y empezamos ese bonito día. Aunque lo de café, quedó sólo en palabras, puesto que no te gustaba tal bebida, así que un chocolate caliente con avellanas fue la mejor opción. Creo que fue la mejor propuesta que hice en años. Dos chocolates y un café, fue el pedido que no nos duró ni una hora, pero por el cual estuvimos cerca de cuatro de ellas en amena plática ante la amarga, desafiante y feroz mirada de las meseras que querían arrojarnos, cuales piedras al mar, fuera del local. Pese a eso me reí mucho. Jamás me había vacilado tanto en ese año y sobretodo, gratis.

Luego de escuchar los farfullos venenosos de los que nos atendían y ya con un invitado más –mi buen amigo, Gino-, salimos a ver lo que nos ofrecía dicho centro comercial. Recuerdo que fuimos a ver discos y –para mi desgracia- no había ninguno de Maná, ni siquiera en los que estaban de oferta, ni por casualidad, ni por error. Nada. Cosa que provocó, más aún, su risa ganadora, pues abundaban los cd’s de “Queen” y los de mi banda favorita estaban censurados. Hasta los del Grupo 5 pululaban cachosamente entre las más grandes bandas. Me sentí pisoteado musicalmente, Miss Capicúa.

Después de ello, salimos por el lugar equivocado y fuimos a dar a una pileta. Recuerdo haber hecho una broma referida a ella y mi celular y usted rió más que en toda la noche. El chiste fue pésimo pero me alegró su risa, en fin, todo es válido con tal de hacer reír. Luego fue tiempo de ir a casa. Nos embalamos con cinta adhesiva y cada uno a su hogar. Recuerdo que me salvó dos veces en el paradero, pues estuve a escasos metros de ser molido por custers asesinas. Recuérdeme, cuando la vea, que le debo veinte céntimos, porque mucho no se iba a perder.

La charla hasta Grau fue muy buena, hasta que tuve que bajarme del carro con una pena grandísima, pero un estrujón de brazos aplacó mi mala sensación, aunque esta hubiese podido perdurar si veía como me saqué el ancho por un bache traidor que me encontró desprevenido al bajar de la movilidad. Me salvé del roche, aunque no de la risa del cobrador, que si vio como me desparramé.

4 días después nos volvimos a ver, y la invitación no fue mía, sino suya. Ante tal acto yo babeé de la emoción. Yo era un ícono. ¿Qué icono?, era una carita feliz. Aunque no contaba que ese día se presentaría un cambio de sede previo y una amiga suya, que, cual cancerbera, estaba ahí, vigilando, viendo el mínimo detalle como para lanzarme del mirador de Larcomar, sitio a donde finalmente arribamos. Fue muy divertido. Desde el mocoso que odiosamente trataba de jugar con nuestras emociones para comprarle una “Fruna” hasta todo lo que caminamos por Larco y la Arequipa. Esa noche fue terriblemente genial. Aunque usted llegó tarde a casa y yo temía que su padre le lance una serie de gritos por los cuales era capaz de ya no mandarle, ni siquiera, un mensaje de texto por la vergüenza que eso me traería. Gracias a Dios, mi querido “Freddie Mercury” fue de lo más chévere y ello no ocurrió.

Sólo nos hemos visto 4 veces y de ellas la del 21 fue la mejor, creo yo. Todo, así, sin exagerar, todo fue alucinante. Recuerdo que tal día nos despedimos con una abrazo muy significativo, que trajo consigo un “ujum” producto de la sonrisa de esa acción. Hasta ahora la recuerdo, pero como algo anecdótico. También traigo en mis recuerdos que fue en un asiento de la Vía Expresa Grau y que cada palabra que trataba de formular era interrumpida exageradamente por los sonoros cláxones de las combis, micros o buses, que se empecinaban en hacerme pasar un mal rato, pero que no lo lograron.

(Si hasta aquí conserva el buen ánimo, señorita capicúa, todo bien. Tome un poco de su agua mineral o de la gaseosa que puse como propuesta).

La última y desdichada vez que nos vimos fue para “Halloween” o el “Día de la Música Criolla”, lo mismo da, ya que para mí fue una noche de brujas, pues sospeché que todo no andaba tan lindo como antes.

Lo que vino después fue una serie de desvaríos, de mensajes fríos en ocasiones, emocionantes en otros casos, conversaciones gélidas por “messenger”, noches pensativas y largas, interrogantes tan grandes como sus ojos y con un fin nada alentador para mí, pues, como ya es costumbre, salí aporreado ante todo ese panorama negruzco que vi crecer cada día de Noviembre.

No le miento que me llenaba los ojos; que la pasé espectacular con usted; que adoraba su sinceridad (asi ella me haya llevado de las orejas al psicólogo un par de veces); que siempre pensaba en como sería estar con una chica que se autoproclamaba, de la manera más graciosa, estresante; de tener que pasar por todas esas trabas que me señalaba, como para desalentarme, pero que yo –terco- estaba dispuesto a destruir; de lo emotivo que hubiese podido ser robarle un beso –siempre y cuando hubiésemos terminado igual de templados después de un tiempo prudente de salidas, sino, no me arriesgaba a la cachetada por nada- en el mismo lugar donde nos conocimos; de lo chévere que hubiese sido pensar en nosotros y a la vez en la música –santa madre nuestra-; de lo bien que me sentía cuando me decía: “R……to”. Hubiese sido lindo, pero todo se cayó como una torre de arena, todo fue de más a menos. Aunque ahora que me pongo a pensar –que milagro-, siempre es mejor terminar como amigos que como perro y gato. Todo se dio así porque alguien lo dispuso. Nada es casualidad. Quizás y pueda estar con usted en otra vida, porque en esta si quemé todos mis esfuerzos. El futuro que nos espera (ojalá que si), tiene un nombre muy bonito: Música.

Espero que se haya reído, señorita capicúa. Tome algo de líquido y digiera la cólera. Ja, ja, ja. Aguardo tocar algún día con usted en Londres. Un abrazo.







¿Se acuerda de esta canción? Una travesura del inexistente destino. Igual, Thank you.

jueves, 7 de mayo de 2009

MADRE


Mi madre es la única mujer que me ha hecho sentir dolor (con una correa y por ser un chibolo malcriado), y a la cual sigo queriendo inténsamente, tan igual como cuando descubrí que tenía uso de razón -aún no sé cómo se usa eso- y hallé el amor, el más puro amor que existirá: el de una Madre a su hijo y viceversa. Nelly, mi inmaculada mamá, es la gran protagonista en este post. Si. La progenitora de este adolescente con cuerpo de advenedizo y a la que no sé cuánto malestar le traerá leer esta entrada, al menos sé que ya no me acariciará con esos suaves y recatados trazos de cuero. Uf!

No escribo estas líneas con la finalidad de homenajear a mi madrecita por el engañoso "Día de la Madre", puesto que considero a esa fecha muy comercial como para obnubilar a mi Nelly diciéndole un "Feliz Día Mamá", justo ese día, sólo esas 24 horas, cuando puedo decirle lo mucho que la amo todos los días, a la hora que se me antoje y sin restricción alguna por repetición o el complejo de disco rayado que podría llegar a tener. No me parece justo que ella tenga un sólo día. Pero como las reglas ya estaban dadas cuando yo nací, mucho, no puedo hacer, así que quiero que la pase bien con lo poco o lo mucho que le pueda regalar, a fin de cuentas, un regalo es una fantasía que con el tiempo, indefectíblemente, desaparecerá. En cambio, -y sin temor a que suene terriblemente huachafazo- el amor demostrado, las miradas de agradecimiento, un abrazo intempestivo, los gestos amables o el hecho de un mimo en el momento menos esperado, quedarán talladitos siempre en su cerebrito. Eso es infinítamente más satisfactorio que un regalo, y no lo menciono porque sea un amarrete, un tacaño, sólo que mi manera de ver las cosas me dice que un frío obsequio, que a su vez, es una burda ficción, jamás se comparará con una muestra de afecto. Reto a cualquiera a decir: "Mamá, ¿qué prefieres: un plasma o todo mi cariño?" Obviamente, la mamita, nada material ella, elegirá el amor sincero que le puedas brindar, a menos que sea una madre convenidaza que pueda tirarle piedras mi idea expuesta. Sinceramente, creo que el común denominador de madres no es así.

Evoco que de niño mucho de obediente, no tenía, y eso llevó a mi madre a privarme de cosas que eran esenciales para mi juguetona infancia, pero nunca hubo un maltrato físico de por medio (¿o, si? No recuerdo, asi que la libraste, vieja), y por consiguiente no viví con temores a los "sanmartincitos", a las correas, o peor aún, a los cables de las planchas, que eran comúnmente mencionados por mis horrorizados amigos de turno. Ya tenía que sacar de quicio a Nelly para que me dé una reprimenda, una tunda, que, más que a mí, le dolía a ella. Eso puedo asegurarlo, pues soy -para su mala suerte- su único engendro, el ser al que más ama (y eso es mutuo), y por el que daría la vida sin pensarlo dos veces (algo que también es recíproco).

Retrocedo un poco en el tiempo: una vez estaba con todo el capricho de un recortable de los "Power Rangers", habrá tenido 5 o 6 años el mocoso ese, desesperadito. Hice tanto escándalo que en vez de que mi madre me agarre a palazo limpio, cuando menos lo pensé ya estaba regresando al mercado para comprar dicha tontería. Ingrata fue su sorpresa cuando vio que esa lámina no me gustó para nada y la boté al tacho de basura, muy molesto. Vi su expresión triste, pero sin el mínimo gramo de molestia. Y eso, sorprendió mi caprichosa amargura. Sinceramente, fue la peor perrada que le hice a mi mamá y de la cual me arrepentiré siempre. Ahora que me pongo a pensar, si yo hubiese sido ella, bañaba a ese enano laberintoso con agua fría y adiós show. Punto.

Mi madre, realmente me tuvo -y tiene- mucha paciencia, por eso la adoro, y no sólo por el mentado don, sino por todo lo que encierra. Mi mamá es un conjunto de todo: cariñosa, especial, comprensiva, consejera, buena cocinera y sobre todo buena onda. Esos son los puntos que más admiro de ella, aunque es medio renegona, pero, eso no lo tocaré hoy (te salvaste nuevamente, Quiñones).

Rememorando todo lo bueno que he vivido con ella, desempolvo mis flashes un poco antiguos y encuentro aquella “foto” en la que llegué a casa un poco tarde por tener que esperar mi primer sueldo. La encontré dormida, –previamente me llamó incontables veces para saber dónde y cómo estaba- destapada y acurrucada. En verdad, no quise despertarla pero más pudo mi ánimo al darle lo que siempre quise obsequiarle desde niño para que perfeccionase su inconfundible y bien ponderado arroz (ya se imaginarán qué le pude regalar). Al hendirle los ojos le dije: “Mamita, esto es para ti. Sorry por la demora, pero tuve que ir a comprar esto un poco tarde porque me hicieron esperar en la radio y yo soy medio bestia para escoger regalos también, pero, espero que te guste”. De lo medio somnolienta que estaba, en un par de segundos, abrió esas dos ranuras tan abrúptamente de la emoción, que no se midió en el abrazo y botó el artefacto. Qué más dá! Hasta ahora funciona muy bien, sino me inventaba cualquier excusa para que me lo cambien y listo.

Algo de lo que nunca me olvidaré, es su carita de satisfacción. Eso pagó todo lo que tuve que esperar, lo que caminé y consulté una y otra vez con la chica de ventas de la tienda donde hice la transacción. Mi madre se lo merecía.

(El hecho de comprar algo y mencionarlo aquí, contrasta, en cierta forma, con lo que dije al principio, pero, es algo con lo que siempre pensé para ella, porque quise que perfeccionase su inigualable arroz. Travesura de adolescente, la llamo. Igual, hasta hoy me mantengo con la posición de llenar a Mamá de dulces momentos de cariño, en vez de gélidos regalos.)

No tengo ni idea de cómo será mi vida sin ella, tampoco lo quiero imaginar, es más, no deseo que pase nunca.

Ella aparte de ser mi Madre, es mi amiga, una consejera sin igual, que ha batallado contra medio mundo y ha aplicado sus experiencias en las sugerencias que amablemente me brinda. No se me olvida, mamá, esa canción: “Para tu amor” de Juanes que me dedicaste y que casi siempre escucho con el corazón abierto y las lágrimas a punto de salirse de la emoción. No se me olvidan las cartas que me has escrito y que pusiste “caletamente” en mi billetera, en mis libros o en cualquier lugar inesperado, con tal de darme una agradable sorpresa. No se me olvidan, querida viejita (y estoy al borde del llanto), todas las noches que me cuidaste cuando estuve enfermo, ya que un ser incólume, nunca he sido. Siempre jodía con algún malestar. No se me olvidan los innumerables bocaditos choreados de las reuniones que tuviste, los cuales, azarosa y magistralmente, guardabas y llegaban intactos a mi boca. No se me puede olvidar que siempre me dices “Mi Chanchito!”, con tu acaramelada voz. No olvidaré jamás (y ahora si estoy llorando), que me cuidaste nueve sacrificados meses en tu acogedora panza y me alimentaste tan bien como hasta ahora. Pero sobretodo, nunca olvidaré que me tocó la suerte de tener una madre como TÚ, la mejor, y créeme que cuando Dios me llame para estar con él (sea mañana o cuando esté oxidado), en lo último que pensaré es en ti, para ponerle un final con broche de platino a mi vida.

Muchas Gracias por existir y ser el amor de mi vida. A tí, te debo todo. Un “Te Quiero” sería muy cicatero de mi parte, por eso: TE AMO, NELLY!




*Aquí, un videito como para terminar de chillar. Un pañuelo, por fa'. Para tu Amor - Juanes - FELIZ DÍA MAMÁ

lunes, 27 de abril de 2009

Carta para el Hijo que no tengo


Más te vale, Eduardo, que te guste el nombre que te voy a poner. Lo elegí porque así se llama tu abuelo, también porque ese es mi segundo nombre y porque me parece chévere poder decirte Edú delante de mis amigos (o sea, tus tíos de cariño).
Más te vale que no seas llorón, ni heredes mi ridícula estatura, pero eso sí: ay de ti que no salgas con unas bonitas cejas como las que yo tengo sobre mi ojos y bajo mi frente.
Más te vale también que seas fanático del fútbol y seas hincha de Alianza y me acompañes al estadio los domingos. Si quieres, nos hacemos socios y alentamos a todo pulmón en Matute. Todo con tal de que no empieces con la mariconada de que te gusta el básquet o, peor, el tenis.
Lo único que podría gustarte más que el fútbol es la natación, porque así podría treparte sobre mis hombros –como hacía tu abuelo conmigo– y entrenarte para que seas un eximio clavadista en Acapulco (o en La Herradura, lo mismo da).
Más te vale, hijo, que tu primera borrachera te la pegues conmigo: sería extraordinario que nos vayamos de farra juntos y regresemos de madrugada, y tu mamá nos esté esperando molesta y en bata.
Más te vale, mi sangre, que te encante la música como a mí y que tu instrumento preferido sea la batería y no los rosquetones bajos, xilófonos o panderetas.
Más te vale que me hables de sexo y de drogas con la naturalidad con que me podrías hablar, no sé, del colegio o del perro labrador que supuestamente te voy a comprar.
Más te vale, compadre, que me seas sincero; es decir, sé que eventualmente me mentirás para salvarte de un cocacho, pero trata –por lo menos trata– de mirarme como a uno de tus amigos, porque de hecho tú vas a ser uno de los míos, y más te vale que te vaya gustando esa idea.
Más te vale, Eduardo, que no seas periodista y deportivo, menos. Desde que tengas dos años, en vez de leerte esos calzonudos cuentos de hadas como Los tres chanchitos, te voy a leer teorías de Economía y Medicina, profesiones rentables que te harán millonario. Ya me lo agradecerás.
Y más te vale, chibolo, que no me vengas con la pendejada de que tienes alma de punk o subte o gótico o dragqueen o Emo. Te reventaría las costillas, por decir lo menos.
Pero sobre todo, hijo, más te vale que nazcas algún día, porque aunque no se lo digo a nadie, ni a tu abuela ni a tu madre (que, como tú, aún no existe), hay algunas noches en que me miro al espejo, pienso en tu abuelo, y sospecho que yo, francamente, también podría ser un papá de puta madre.


*Observaría a mi retoño con el cariño con el que ahora observo a mi "Negra" (mi láptop), a la que quiero como si fuera una hija, asi esté hecha de cables y chips.
*Tomado del Blog "Busco Novia" y adaptado a las futuras vivencias que, espero, tendré. Gracias Renatillo.




Muy buena canción de Oasis: Champagne Supernova. Enjoy.

domingo, 26 de abril de 2009

Encuentro Inesperado


Negra madrugada de Abril, en la que estoy escuchando a Creed y su monumental “With arms wide open”. Suena medio irónico porque justo es Viernes Santo y Cristo este día terminó con los brazos bien abiertos, como diría la canción.

Hoy, como hace mucho tiempo no lo hacía, me tomé una ligera licencia. Me permití dormir más de 7 horas seguidas, despanzurrarme cómodamente en mi cama de sábanas azules. Como regulármente no pasa, esta tarde soñé. Soñé con alguien que para mi es bastante especial por todo lo que he vivido con ella en estos casi 14 meses que la conozco, tiempo en el cual hemos tenido desavenencias tan tontas como importantes.

Ese alguien a quien denominaré KR (que no es Kola Real), reapareció tras una discordia de principios de año. Renació de sus cenizas, cual ave Fénix. Cenizas que al verla después de dos meses, hicieron un batido de sensaciones dentro de mí. Mi corazón se aceleró como el motor de un Ferrari Gallardo. Rápido e incontrolable, sólo con verla. Fue cálido y tenso a la vez, por las cosas que pasaron y que derivaron en una magra discusión.

Aquí un resumen de lo acontecido: Ese día miércoles fue de lo más raro. Empezando porque desperté y no encontré a nadie quien gentílmente pueda abordarme con un nada despreciable desayuno. Nadie. Luego de un rato me vi sorprendido haciendo los quehaceres domésticos, algo que es tan raro como que nuestra paupérrima selección de fútbol le encaje 5 goles a Brasil, y en tierras cariocas, todavía. Sobre la marcha, lancé una interrogante al viento: ¿Qué carajo hago yo haciendo esto? No porque estuviese mal, sino porque es muy atípico en mí hacer algo útil para mi hogar. Algo que puede constatar mi ya desdeñado abuelo, quien -cual hobby- se encarga diáriamente de restregarme en la cara, todo lo malo que hago. En todo caso, cuando me di cuenta, mi bittersweet hogar estaba hecho un anís (que denominación más ridícula, por cierto), ante mis sorprendidos ojos miopes.

Con la preocupación a cuestas por encontrarme sin un mísero cobre en mis arcas, decidí salir a caminar. Hecho que se vio suprimido con la llegada de mi madre, quien muy generosa ella, y al ver a su alicaído y muchas veces irresponsable hijo, decidió hacer una acción de bien, una obra de caridad, una tendida de mano, un préstamo; claro que yo no pedí tal favor. Ella se ofreció con la condición de 10% extra a la hora de la devolución. Madre, yo también te quiero!

Con la transacción hecha, una duda me carcomía el cerebro. Mi escasa masa encefálica se retorcía ante la opción de seguir estudiando inglés o tirarle la cuerda a una nueva aventura: La edición. Mi corazón “icpnático” se alzó con la victoria en esa batalla llamada elección. Dinero en mano, me largué sin presagiar lo que me esperaba.

Pepsi en mano, entré a esa institución, que, valgan verdades, es más un centro de vida social que de estudios, y lo menciono porque la mayoría del alumnado practica el satisfactorio deporte conocido como gileo. Whatever. Ya en el auditorio me quedé perplejo ante tanta gente acumulada en dicho centro. Solté una mentada de madre interna, pues detesto la “superpoblación”. Caballero, nomás. A esperar que avance alguna fila para poder ingresar, pagar el monto e irme con las mismas. Yo sin nota musical que me acompañe, pues mi mp4 quedó mutilado tras el salvaje ataque de uno de mis perros -mi fiel y siempre blanco, Coco- en un lugar asi, ante tal circunstancia y con tanto chibolo emo rondando, para mí, fue un digno motivo de autoeliminación.
Hallé una fila medio vacía y al ver a la gente tratando de meterse ferozmente, me escabullí en ella, cual ratón en su madriguera, riéndome de lo tonta que se veía la gente detrás mío. Pobre Idiota. ¿Qué habrá dicho de mí el que estaba adelante? No lo quiero imaginar. Sediento, miraba mi gaseosa, pensaba en tonterías, ojeaba el suelo e imaginaba como serían las chicas de mi futuro salón, cuando de la nada sentí un manotazo suave pero duro a la vez, que venía de la fila contigua. Al levantar la mirada vi ese colorido par de ojos que no admiraba hace ya un buen tiempo. Mi corazón latió, se aceleró. No sé si del nerviosismo o la emoción. Quizás de la angustia por no saber qué decir o cómo actuar. No lo sé. El caso es que ya estaba ahí, más sacado de mi realidad que dentro de ella. Todo eso generó “KR” en muy pocos instantes. Dudando (y mucho), me acerqué a saludar. Un tímido “Hola”, fue el inicio de una tarde pendiente, de unas explicaciones ausentes y muchas veces postergadas, de un ¿Qué demonios pasó con nosotros?

Más inseguro que nunca terminé de hacer el tedioso trámite con un jodido cambio de horario (que es el peor de ellos, por cierto), y justo ella terminaba de hacer lo mismo. Oh! Casualidad! Muy pensativos y reñídamente risueños (quizás para ocultar nuestra inseguridad), salimos a caminar, recordando viejas maratónicas caminatas. Pasamos una cuadra de la contaminada avenida Arequipa y nada, ambos en un mutis total. Segunda cuadra, de igual forma. Ya en la tercera un tonto tema fue la “patadita” para empezar toda esa tarde-noche que nos esperaba. La infame selección, fue el cordero elegido para empezar el sacrificio. Rajando hasta el hartazgo de tanto fracaso blanquirrojo empezamos a reírnos ya sin caretas timidonas. Recuerdo que pasando por Diagonal hablamos de música. Jaló el tema de Village People (qué banda para gay), y yo ahí si me reí más por compromiso que por otra cosa. Caminando, hablando cosas sin sentido, o de las que solíamos hablar, así de la nada se abrió paso el plato fuerte del menú. ¿Por qué me borraste de tu vida por un tiempo? Fue una pregunta que ninguno de los dos la planteó, pero que se supuso. Fue una interrogante no expresada pero mutua e imagináriamente hecha. ¿Un malentendido?, ¿Un desgano?, ¿Algo monótono?, ¿me aburrí de ti?

Yo, lárgamente dubitativo, comencé por dar mi descargo, con trabas y todo, fui moldeando ideas y mostrándolas. Ella escuchaba atentamente mi relato. Quise ensayar una broma y dio resultado. La hice reír. La sonrisa fue más mía que suya. Respecto a lo dicho por este chato ruloso fue que el primer mes no la extrañe, que no me importaba su vida, que todo este encontrón había sido bastante extraño y que esas casualidades no se daban así nomás. ¿Dios?, ¿el destino?, ¿el vecino?, ¿Quién sabe? Ha sido tan loco todo porque yo no debía estar ahí. Yo quería, en un principio, edición. No inglés. En la mañana de ese día no tenía ni un “Abelardo Quiñones” que piloteara mi billetera. La hora fue rara, porque siempre voy en las noches a matricularme. Ella no iba a ir ese día por motivos equis, sin embargo, fue. “KR” debía estar estudiando en ese momento, pero una matricula la llamaba. Todo rarísimo. En fin, terminé con toda esa catarsis y compré unas gomitas para refrescarme la garganta, y de paso el ánimo. Cuando menos precisé, estábamos en el Malecón de Miraflores. Ella tomó el timón de este tráiler descontrolado y me dijo que nunca se olvidó de mí. Reconoció el apuro de eliminarme de todo. Y, lo que más me gustó, fue que se dio cuenta que ella no es la única que tiene problemas en esta compleja vida. La sentí tan sincera, que quise darle un abrazo. No lo hice por roche y temor una mirada extraña. Después de toda la bilis expectorada, nos reímos por lo vacíos que fueron estos dos meses sin cruzar palabras, sin un apoyo extra, o simplemente sin ese alguien que siempre se muestra para hacerte reír con una tontería. Sin sentir a esa otra persona ahí. Esas risas me hicieron sentir nostálgico. Ni idea de por qué. ¿Habré recordado todo lo bonito que pasé con ella en un fragmento de tiempo? Quizás.

Luego de mucho tiempo le dije cuánto la extrañé este último mes, mandando a la mierda mi orgullo. Me sentía raro, como un Papá Noel veraniego, pero a la vez sentimental. Recuerdo que me lanzó un “Te Quiero” y me estremeció totálmente. Mi semblante ya no era raro, sino feliz. Se hizo de noche, estábamos a una cuadra de su facultad y nos tuvimos que despedir. Esta despedida fue con las cuentas ya saldadas y sin rencores de por medio y sobretodo con la confianza recuperada. Así dejé a mi estimada “KR”, un poco apocado, sorprendido y meditabundo a la vez. Día raro, recuerdo haber dicho. Esto ha sido lo más raro que me ha pasado. Porque en la previa, nunca pensé toparme con alguien que creía enterrada del todo –por los motivos de la pelea que no menciono- y sobretodo por como me puse. Bastante raro para mi gusto.

Ahora –como casi siempre pasó- mantenemos una relación muy estrecha, somos los mejores amigos, los que se cuentan todo, los que hablan de cosas que, regulármente, no hablarían un joven de 21 años y una de casi 20. Pienso que siendo más pegado a ella en el sentido nétamente amical, aplacaré (o disfrazaré), esa longeva filia. Aunque debo confesar que siempre llevaré ese karma de estar ligeramente templado de ella así nos alejemos, nos mandemos a la mismísima porra, ella se case y viva fuera de este funesto país, o que yo me quite al Tíbet a hacerme monje Shaolín. Esa pequeña cicatriz quedará por siempre en esa víscera que late. El casi insignificante miligramo de cariño de hombre hacia una mujer permanecerá imperecedero en lo más recóndito de mi maltrecho corazón. Hace unas horas me di cuenta de ello. Hablando con una entrañable amiga, confirmé, o debo decir, ella me confirmó, que sería así. Conversando de ciertas boludeces laborales salió el tema de la chica expuesta y mi bien observadora amiga notó el cambio de expresión en mi rostro al hablar de “KR”. Pasó de una charla un tanto impávida, a una medio alegrona, la cual delató -sin querer queriendo- mi sensación de satisfacción sólo por tener como tema central a la chica de ojos “café ralito”. Tras dar ciertos conceptos e ideas sueltas, el tema concluyó con un rotundo y escalofriante (para mi), “Ella te gusta”. Alardeo que no sé si estará lejos de la realidad, sobretodo porque me lo dijo alguien que tiene experiencias similares en estos menesteres. Esas tres inofensivas palabras me dejaron pensando todo el resto del día.

Ya son las 4 de la madrugada y en este bendito silencio, trato de ordenar mis pensamientos y recordar toda anécdota graciosa y por demás irreverente que protagonicé con esta universitaria, sin llegar, claro está, a que ese microscópico sentimiento tome un considerable peso y se vuelva algo incontrolable, algo por lo que ya pasé infinidad de veces, y que en su mayoría, me hizo pasar un mal rato.
Hago este inventario mental sólo para repasar las cosas que me gustaron de ella, y que, segúramente en este nuevo capítulo de salidas (de “buenos amigos”), se volverán a presentar, pero que ya no me sorprenderán indefenso, y por ende, ya no caeré en ese estado comatoso denominado enamoramiento. Aún así, estoy algo contrariado al imaginar lo bonito que podría ser un azulado tiempo a su lado. ¿Pasará? No lo sé. Mejor es tomar un sorbo de mi muy gentil café y devolverme a la realidad.

Quizás sea tonto darle a conocer esto (porque lo haré), pero quiero ver y palpar su primera expresión, la que me dirá todo, quizás con una tenue mirada o quizás no. Espero dos cosas, una vivaracha risa incontrolable o una mirada de confusión. Con lo primero sabré que no pasaría a mayores, con lo segundo tendría que preocuparme un poco. Sólo eso. A fin de cuentas, es bastante beneficioso saber que puede pasar en un futuro y así tomar cierto tipo de medidas, llámese precauciones, para no salir tan agarrotado por un reiterado sentimiento que ya me ha pateado violéntamente el cráneo. Con respecto al sueño que tuve y que mencioné al principio, sólo puedo decir que fue de lo más bonito, quizás fue mucho sueño para alguien que no sueña nunca nada. Eso queda en mí, no lo diré ni por todo el stock de galletas de chocolate que me puedan ofrecer. No! Me queda seguir por esta vía y esperar que el tren en el que estoy viajando no se descarrile, que ese pequeño miligramo de amor no tome volumen considerable y evolucione en una tonelada muy peligrosa. Estar tranquilo en este viaje será lo mejor, sin contratiempos, ni tontas preocupaciones e inseguridades. Muchas veces he renegado de mi soledad, pero sé que ya me acostumbré a ella. Estoy seguro.



sábado, 25 de abril de 2009

Unas compañeras leales


¿Definición exacta para mí? No la hay. Soy más de uno en un día. Al llegar al trabajo soy el más impávido. No me sorprendo con nada. Al salir de la cabina, algo egocéntrico y al mismo tiempo calculador. Al tomar el carro de regreso a casa un camotudo empedernido, que al cruzar miradas con alguna desconocida niña, ya está planeando cómo será su luna de miel y cuántos hijos tendrán. Al bajar del carro y en el trayecto a casa, mi burbuja se rompe con violencia al ver que el viaje a Aruba y mis engendros se fueron como agua de río: muy rápido.


Al llegar a mi agridulce hogar no hay nada más enternecedor que escuchar los improperios de tu cándido abuelo. Lo único que me queda es refugiarme, salir un poco de mi pusilánime realidad, cogiendo mi tabla e ir a surfear por la ambigua internet.


Las 6:30! Carajo. Tengo que alistarme! Ligera ducha y ya estoy. El Icpna me espera. Me subo en un carro hasta Wilson por cincuenta cents. La cara larga del cobrador se ve retadora, enojada, al punto de querer insultarme, pero a mí no me importa. Es la tarifa justa, aunque el alcabalero me quiera lanzar por la ventana de emergencia, yo estoy lo más tranquilo posible. Desde esa impasable avenida tomo otro troncomóvil hasta Angamos por una luca. Llego frecuéntemente temprano y doy vueltas con un pucho en mano, obviamente, fuera de mi centro de relax, perdón, de estudio (una vez prendí un cigarro en el quinto piso de ese lugar y un profesor neurótico casi me bota a patadas), y miro lo que me ofrece la ciudad: humo, emos, homos y demás. Un panorama nada envidiable.


7:50! Hora de entrar a clase. Suerte la mía por sentarme al lado de una arequipeñita linda, de mirada asesina, unos brackets recién insertados -pues, los dientes se notan desviados aún- y un celular que me aturde cada cinco minutos. El lapso en el que estudio es el más distendido. Me río de todo, gozo con los ademanes de mi bien alimentada Miss Paloma, disfruto con cada tipo raro que hay, pues en su rareza, veo un desatino formado, un posero ya cuajado... En fín, es su rollo y respeto su ridiculez.


El tiempo pasa rápido. Por la Holly shit! Las 10! Un frío cálido y un timbre impasable retoca mi afligido oído derecho. Al salir todo vuelve a la normalidad, los fantasmas -que, conmigo ni eso quieren llegar a ser. Debería decir: Almas en pena- retornan a mi inocuo pensamiento. Es tiempo de regresar a casa. Caminar de Angamos a Aramburú es, en cierto modo, desestresante, porque puedo pensar en todo lo que me pasó durante el día y hacer un desahogo mental. Admiro las calles solas, el espacio vacío, y contemplo mi psique en blanco a la espera ser tatuada con alguna gracia o fantasia.


Quizás esa vía grafica lo que soy, alguien ligéramente insustancial, que espera que algo (o alguien), lo deje absorto, fuera de si, y así, destruir la frialdad con la que se maneja. Soy un tipo que desea acribillar a su timorato yo, para dar pase a un reinventado ser. El mentado camino viene a ser mucho de mí. Ese tramo es corto, y yo no paso del metro sesenta. Ese sendero tiene muchos baches, y yo tengo muchas taras. Muy de noche, aparecen personajes disfrazados a dedicarse a su oficio lechucero, y a mí de madrugada me salen granos que se dedican a joderme al día siguiente. Los autos van velózmente, y mi mente lleva ideas igual de alocadas. En su naturaleza ese tramo se ve callado (a esa hora), y yo soy medio parquillo también. Pero, éste podría ser el mejor motivo, o al menos, el menos malo. Al terminar la caminata siempre miro con atención un cartel, que, por más que esté estático, lleva una simpática carita feliz, amarillenta, de ojos grandes, medio cojudona, pero ahí está. Es algo con lo que me identifico, pues asi me sienta peor que una garrapata rematada por tres furgonetas, siempre tendré una sonrisa acompañando mi poca afortunada cara. Siempre habrá algún motivo para reír. Siempre.


Puedo ser muchos a la vez, ser el más bipolar del mundo o sentir, valga la redundancia, mil sensaciones en 24 horas, empero, de algo soy consciente (pe', varón), si me frustró con lo que pasa en mi entorno, no tendré quién me levante. Si caigo por malas cosas, puedo quedarme en el piso. Si tan sólo pestañeo, puedo quedarme sin abrir los ojos. Así que por más que me sienta (y esté), solo, no tengo que fustigarme, sólo debo pensar en ellas, las que alivian mis pesares y aplacan mi mal ánimo. Las que siempre me encuentran aún sin querer que lleguen a mí. Sé que ellas siempre me serán fieles y estarán cuando más lo necesite. Ellas a las que les debo muchas horas de buena vida. Ellas, mis amadas "Música" y "Risa". No saben lo valioso que es tenerlas en todo lugar. Gracias por siempre despedazar mis negativas vibras. Las adoro.


jueves, 23 de abril de 2009

JUST DO IT!


Me estoy enamorando una vez más de la escritura. Espero que este amor si me consuma porque sé que es recíproco.


Edson